Desde este espacio de Punto y Aparte advertimos el pasado 4 de octubre sobre el negro historial de Alejandro Santizo quien ya se perfilaba para ser el secretario de seguridad de Ignacio Mier Bañuelos en el municipio de Tecamachalco.
Consignamos que, si se concretaba la designación, sería una burla para los habitantes de este municipio, pues ellos requieren de un perfil honesto para combatir la inseguridad, y no de un personaje que pronto encontraría el negocio con las bandas que operan en esta zona del llamado ‘triángulo rojo’.
No nos equivocamos.
Santizo apenas llevaba un mes y cuatro días en el cargo cuando se le hizo fácil ejecutar –como ha afirmado el propio gobernador Miguel Barbosa y el fiscal Gilberto Higuera Bernal – a los agentes investigadores José Adrián Muñoz Huerta, José Guillermo Méndez Arellano y Miguel Sánchez Rosas.
Esa noche de 19 de noviembre, Santizo se paseaba con su escolta en el centro del municipio con un arma de grueso calibre. Conocía perfectamente a los ministeriales, pues cuando asumió el cargo, lo enteraron sobre los funcionarios estatales y federales que están adscritos a esa zona.
Por eso sorprende el hecho que la primera versión que salió a dar Mier Bañuelos gire entorno a una “confusión” por parte de sus funcionarios ante una “falta de coordinación” entre ambas instancias. Pareciera que, ante las evidencias, el morenista aún insiste en defender a los asesinos.
¿Quién le recomendó Santizo a Ignacio Mier?
¿A quién le debe favores al grado de haber permitido que un personaje como este asumiera el control de la seguridad en Tecamachalco?
¿Desconocía los señalamientos que existían contra Santizo sobre protección a ladrones de gasolina a su paso como servidor público en la era del morenovallismo?
¿Ignacio Mier no sabía qué hacía y en dónde estaba esa noche su secretario de seguridad?
¿Qué grado de responsabilidad tiene el presidente municipal en este triple asesinato?
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Fuentes cercanas al caso dan cuenta que Santizo reconoció perfectamente a los agentes. Sabía lo que quería hacer.
Se ubicó en una distancia no más de cinco metros –junto con su guarura– y comenzó a disparar. 35 balazos en total.
Fue una ejecución directa.
No hubo intercambio de balas.
Los peritos solo encontraron las balas que accionaron Santizo y su escolta: 35 cartuchos percutidos.
Los tres agentes tenían más de un disparo en la cabeza.
No tuvieron tiempo de sacar las armas porque creyeron que el secretario de seguridad de Tecamachalco los iba a saludar.
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Otro agente sobreviviente reconoció plenamente a Santizo. Ya lo conocían por su paso como secretario de seguridad en el municipio de Puebla en las administraciones de Antonio Gali Fayad y Luis Banck (2014-2018).
Nadie entiende el porqué llegó en pleno centro a matarlos. O sí, la única explicación que encuentran los compañeros de los fallecidos es que el gobierno de Tecamachalco, o al menos Santizo, le hizo un favor a sus amigos criminales, quienes eran perseguidos por los ministeriales.
¿Santizo creyó que nadie se daría cuenta?
¿Se sintió tan protegido como para matar a tres agentes casi frente a la presidencia?
¿Quién protege a Santizo?
¿Quién lo defenderá de ahora en adelante?