Incluso, en la ASE había auditores especiales que a la vez eran auditores externos. Todo un cochinero que ya comenzó a limpiar Amanda Gómez Nava.
Quienes andan muy nerviosos (y no es para menos) son los exauditores externos de la Auditoría Superior del Estado (ASE), sobre todo aquellos que saben que se prestaron a la corrupción que implementó en el organismo Francisco Romero.
De entrada, tienen la advertencia de que no pueden volverse a registrar en la nueva convocatoria que emita Amanda Gómez Nava.
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Ellos saben que ese es solo el primer paso de lo que se les viene encima, pues ya se tienen los nombres y detalles de quienes llegaron a pedir moches a los presidentes municipales.
La detención de Romero Serrano, acusado actualmente por los delitos de violencia familiar y operaciones con recursos de procedencia ilícita, animó poco a poco a los alcaldes, de todos los partidos, a dar detalles de cómo se las gastaba el antiguo auditor y sus auditores.
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Los testimonios apuntan a los nueve despachos favoritos de Romero Serrano, a quienes presuntamente cobró una buena tajada para dejarles a cargo de un mayor número de sujetos obligados, principalmente los de la zona conurbada, en donde se maneja un presupuesto mayor. En donde veían que era negocio pues.
Incluso había auditores especiales que a la vez eran auditores externos. Todo un cochinero que ya comenzó a limpiar Gómez Nava.
El pasado 6 de junio, MTP Noticias dio a conocer que la nueva auditora dejó sin efecto el nombramiento de auditores externos que concretó Romero Serrano para este 2022, por lo que desde el 3 de este mes, ya no fueron tomados en cuenta para revisar las cuentas públicas.
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Con este acuerdo, se quedaron sin trabajo 73 despachos externos, cuyas facultades eran fiscalizar los estados financieros, programáticos contables y presupuestarios de entes públicos.
Con Romero Serrano en la cárcel, los que tienen cola que les pisen, saben que es cuestión de tiempo para que le vayan a hacer compañía. Ya quedó claro que al gobernador Miguel Barbosa Huerta no le tiembla la mano, ¿o no?
