Aparte de Alejandro Armenta, el gran ganador en Puebla, sin duda, es el gobernador Sergio Salomón Céspedes quien se irá por la puerta grande, al terminar su mandato el 15 de diciembre de este 2024.
El oriundo de Tepeaca pasará a la historia como el gobernador que llegó a conciliar, a dar paz en un momento en el que todos se sentían “perseguidos”, en el que había una guerra civil de todos contra todos.
Él fue un factor importante para que grupos políticos como el de Jorge Estefan Chidiac, excoordinador de la bancada del PRI en el Congreso local; el exgobernador, Antonio Gali Fayad —por mencionar algunos — se sumaran de lleno a apoyar a Morena en esta elección.
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Sergio Salomón sí valoró esas fuerzas que fueron despreciadas en la oposición (PRIAN), pues recordemos que Alejandro Moreno, líder nacional del partido tricolor vino a Puebla a decir que qué bueno que se fueron los cascajos, que no afectarían en la votación.
Si nos vamos a los números, que es lo que importa en estos momentos, sí influyó esa desbandada, pues el PRI local quedó muy lejos de alcanzar la meta que se había fijado: 500 mil votos.
Según el PREP, lo que queda del Revolucionario Institucional obtuvo apenas 193 mil 622 votos, que representan el 7.2 por ciento del total de la votación. Estuvo a un paso de perder el registro.
En cambio el Partido Verde, que es en donde se concentraron Estefan y los Gali, respaldados por Sergio Salomón para apoyar en esta elección, pasaron de 153 mil 300 votos conseguidos en la elección concurrida de 2018 a 220 mil 069 el 2 de junio pasado, es decir, 66 mil 769 más.
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Eso fue posiblemente solamente con la llegada de liderazgos que sí pudieron mover en tierra y con recursos para entregar buenos números.
Eso fue posible gracias a que Sergio Salomón los cobijó. Recordemos que lejos de meter a fuerza a Chidiac con alguna candidatura en la coalición, lo colocó inteligentemente en la SEP, como una forma también de evitar un pleito innecesario en el partido, después de que brincaran algunos liderazgos que se dicen “puros de Morena” como Ignacio Mier, hoy senador electo y Melitón Lozano, exsecretario de Educación Pública.
Sergio Salomón únicamente siguió la guía de Andrés Manuel López Obrador en sumar a todos aquellos “arrepentidos” de sus partidos políticos y que pudieran garantizar triunfos.
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Pocos entendieron el mensaje que mandó en una rueda de prensa el 21 de febrero de este año cuando citó un pasaje del libro ‘Gracias’ de AMLO, en la que narra cómo llegó Ricardo Monreal al PRD para convertirse en el primer gobernador de izquierda de Zacatecas.
En la página 63 del libro, el propio López Obrador justifica que el PRD no era de nadie y que era bueno abrirlo a externos para crecer (como ocurre ahora en Morena).
“Puede tratarse de una persona que viene del PRI pero con esto, puede empezar a caminar y en el movimiento popular, en el movimiento de izquierda tiene un actitud distinta”, leyó esa vez Sergio Salomón tras ser cuestionado sobre la candidatura de Pepe Chedraui, a quien nunca ha negado como su amigo.El tiempo le dio la razón.
“No estamos para ponernos muy exigentes, para exquisiteces, para decir este compañero sí, este no, este tiene una manchita, este otro no, es puro. Así no se puede, la política la hacen hombres y mujeres, no se hace con santos”, remató en esa ocasión.
Hoy, Sergio Salomón se va entregando buenas cuentas a López Obrador, no solo en cuestión de su gobierno, sino porque sumó en hacer realidad el llamado “segundo piso de la Cuarta Transformación” en Puebla.
Se va entregando carro completo a Claudia Sheinbaum y al partido Morena.
Hasta los de la oposición se lo reconocieron después de la elección. El panista Jorge Aguilar Chedraui por ejemplo, tuiteó: “Mi reconocimiento al Gobernador @SergioSalomonC por generar las condiciones para que en Puebla se haya vivido una jornada electoral con una gran participación de la gente. Enhorabuena”.
El discurso de “una elección de estado”, se diluyó totalmente.
Ya nadie supo cómo justificar el por qué salió tanta gente a votar y la mayoría de esos votos fueron para Morena.
Sí había un voto oculto, pero era para el partido en el poder.
