Muy buen debate entre los tres candidatos a la gubernatura de Puebla, pero… sin sorpresas. Ninguno llevó alguna exclusiva que sacara de foco o incomodara en este cara a cara.
De entrada, todos ya sabíamos que Eduardo Rivera, candidato del PAN, PRI, PRD y PSI, estaba obligado a sacar (otra vez) el tema Mario Marín, aunque fue insistente y hasta en momentos irónico, no logró tambalear a Alejandro Armenta de Morena.
Ambos punteros son políticos experimentados, con contenido en el discurso y capacidad de improvisación.
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Desde el 30 de abril pasado, el morenista anticipó que lo atacarían por cometer el “gran delito” de trabajar en el gobierno de Mario Marín (2005-2011), preso actualmente en el Altiplano, acusado de tortura contra la periodista Lydia Cacho.
El caso del polémico “gober precioso” sale a relucir en cada campaña electoral como si sus amigos, excolaboradores o familiares tuvieran la culpa de sus actos.
La pregunta es, ¿aún es rentable el caso Mario Marín?, ¿repercutirá en algo contra Armenta en las votaciones del próximo 2 de junio?, ¿incidirá en el voto de los indecisos o de los morenistas a estas alturas?
Yo dudo que este tema repercuta más allá del análisis en el círculo rojo.
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Además, Armenta salió bien librado pues como ya sabía que le iban a sacar este tema, se preparó con su fotito en el que aparece Eduardo Rivera con el exgobernador.
Aunque esa imagen, también hay que decirlo, para nada representa que el panista tuvo una amistad con Marín, Armenta la usó para hacer creer que desde años atrás son aliados, y no solo ahora que el PRI apoya a Rivera Pérez.
¿Qué pensará la familia de Mario Marín que otra vez usan la imagen del exgobernador para atacar en una campaña política? Lo que es pasar de ser un jefe político (para muchos) apesta.
También era muy previsible que Armenta le echara en cara a Rivera el caso de Tania, la candidata del PRIAN a diputada local suplente plurinominal, recién vinculada a proceso por seis delitos relacionados con el crimen organizado, entre ellos posesión de armas y venta de drogas como cocaína.
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Ahí tampoco logró Armenta dar un nocaut a Rivera pues como el político experimentado que es, también se preparó. Puso a sus asesores a buscar en todos lados una imagen en la que apareciera la imputada con Armenta y aunque no sea cierto, hizo creer que fue él quien la afilió al PRI.
Los dos dieron golpes contundentes pero sin ensangrentarse ni matarse, solo nos dieron una repasada de lo que de por sí ya sabíamos.
Y en el caso de Fernando Morales, pues también ya sabíamos de qué lado iba a jugar, aunque hizo su mejor esfuerzo en repartirle golpes a los dos, sí se vio más inclinado en favorecer a Armenta.
Hasta pareciera que compartieron asesores pues mejor el candidato de Movimiento Ciudadano sacó a relucir temas que había movido Morena como la presunta carpeta de investigación que existe contra el exdirector de Comunicación Social de Eduardo Rivera o el caso de Eukid Castañón.
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En algún momento esperamos que en medio de tanto respaldo al morenista, el autodenominado “chavorruco” de una vez declinará ahí mismo. Eso sí que hubiera sido sorpresa.
En fin, los tres cumplieron con su papel: Armenta en cuidar la ventaja que lleva como el favorito para ganar la elección del 2 de junio. Entró y salió sin ensuciarse.
Se le notó entrenado, relajado, pero como le dijo a sus seguidores: abría a cuidar las casillas.
Eduardo Rivera también hizo su papel de oposición, en dejar la tibieza y atacar los frentes que debía hacerlo, falta ver si eso le suma algunos puntitos de aquí a las votaciones.
Fue un debate que nos entretuvo, sobre temas que ya esperábamos pero que no sabíamos cómo lo iban a abordar y a reaccionar.
Lastima que el Instituto Electoral del Estado (IEE) solo tuvo la capacidad de organizar uno.