Desde hace algunas décadas se popularizó la frase “el año de Hidalgo” y tiene que ver con la corrupción en el último año de un gobierno.
Tal es el caso de Claudia Rivera Vivanco en el municipio de Puebla que desde el funcionario de primer nivel hasta el del último escalón, están aprovechando para sangrar no solo al erario público, sino a los cuidados con extorsiones.
Hay funcionarios que se volvieron tan descarados que sin pena exigen depósitos (ya no en efectivo con eso del miedo a ser grabados y exhibidos como ha ocurrido con otros), sino transferencias bancarias pero desde una tarjeta de crédito.
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Dos casos se registraron este viernes en la ciudad de Puebla, exactamente sobre el bulevar 5 de Mayo y la 18 Oriente, en donde se instalan patrullas en alerta a ver a quién chingar.
Para su mala suerte, en eso de las 17:00 horas, cruzó la zona una mujer con sus tres hijos y su mamá a bordo de una camioneta blanca. En eso, los agentes de tránsito de la patrulla DCT-528 la alcanzaron y pararon, con el pretexto de que se había “pasado el alto”.
Y como la justificación no fue suficiente, después, una mujer mal encarada, le dijo a la señora que tenía licencia vencida y que ofreciera un acuerdo porque sino, ella ya llamaba a una grúa para llevarse el auto al corralón, y que le saldría mínimo en 8 mil pesos.
Ella, quien se identificó como Guadalupe Crisanto, sin decir que trabaja en medios de comunicación, le justificó a la funcionaria corrupta que sí, que se llevaran la camioneta pero que esperara que fueran por ellos, porque debido a que no puede caminar bien (trasa un accidente que tuvo hace casi ocho años), con su mamá de 80 años y sus niños menores de edad, no los podía arriesgar en cualquier taxi.
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En eso, la agente de tránsito se puso lépera y empezó a querer humillarla con palabras como: “a mí no me vengas a dar lástima con tu discapacidad y deposítame seis mil pesos”.
Mientras la seguía maltratando y presionando con depositarle dinero, primero seis, luego cinco mil pesos y rebajarse hasta tres mil, la automovilista hacía llamadas a familiares para que fueran por ellos, pues no estaba dispuesta a dar mochada a estos corruptos.
Justo en ese momento pasó por la zona otro automovilista, quien se detuvo a observar lo que ocurría. Ya en ese momento, Crisanto lloraba del coraje, pues la agente no la dejó bajarse del auto, ni a ella ni a su mamá para buscar ayuda, pues ya estaban cerca de casa.
Prácticamente las mantuvo secuestradas, humillando y extorsionando, por un par de horas.
El señor que vio parte de esta trama, contó que a él, minutos antes le hicieron lo mismo con el mismo pretexto: haberse pasado el alto. Él tampoco cedió en depositarles el dinero que pedían y prefirió la multa en medio de su impotencia.
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“No te dejes. Son unos corruptos, nadamás están viendo a quién sacarle dinero”, le dijo el señor a Lupita antes de irse del lugar.
Y así, lo hizo. Ella no cedió a negociar pues de entrada, la corrupta no tenía razón, además que estaba en una actitud miserable en humillar a una mujer que tuvo que salir de emergencia a la calle.
Para presionar más, la agente quitó las placas pero ni aún así, los dejaba irse.
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Al ver que no había forma de sangrar, además que recibió una llamada, debido a que muchas personas de los alrededores se dieron cuenta de este vil asalto a mano armada, esta agente le fue a botar la placa y le dijo: “lárgate”.
Este es solo parte de un resumen y de un caso que ocurren día a día en la ciudad de Puebla, en un gobierno de la 4T que presume que se “acabó la corrupción”.
Ojalá la secretaria de Seguridad Ciudadana, Lourdes Rosales, identifique quiénes operaban en esa patrulla ese día y a esa hora para sancionarlos o destituirlos, pues funcionarios de esta calaña no merecen vivir de nuestros impuestos.
Por Los Reporteros
