“Me hubiera gustado verte, Miriam, pero temí por mi seguridad si viajaba sola a Huauchinango sabiendo que sigue libre el hombre que violó y embarazó a tu hija mayor, y que con violencia te quitó a tus hijas por más de medio año.
Quisiera abrazarte y decirte que todo estará bien, pero la realidad es que a casi un año de que el estado te devolvió a tus hijas, tu situación empeora.
Aunque las tienes contigo, ¿te alcanza para alimentar cinco bocas? ¿Hay alguien que te ayude a cuidarlas para que puedas trabajar? ¿Tienes miedo de que Ramón “N” vuelva a tumbar la puerta y se lleve a las niñas?
¿La Fiscalía estatal y el Tribunal Superior de Justicia te han proporcionado avances de la reposición del juicio o del paradero de tu expareja, responsable de los delitos de violación, violencia vicaria, amenazas, sustracción de menores y tráfico de influencias?
¿El juez Celestino Martínez Bones, hermano de Ramón “N”, sigue teniendo influencia e incondicionales en la sierra norte de Puebla? ¿Aún sientes que podrías ser víctima de feminicidio?
Ahora comprendes por qué no llegué a la presentación de tus hijas en el templo de Nuevo Necaxa. La realidad es que no soy una heroína, soy una mujer tan normal como tú, pero con la habilidad de deambular como gitana y narrar las historias que ven sus ojos grandes.
Querida Miriam aún tengo tu llanto en mi mente cuando me marcaste (el jueves 18 de agosto de 2022 a las 7:40 de la noche) para que te ayudara reportando, en redes sociales, la detención de Ramón “N” en Huauchinango, esperando que así no lo liberaran.
Aún conservo el video que me mandaste desde el refugio de mujeres, donde cuentas lo feliz que estás, porque te permitieron ver a tus hijas, quienes hasta entonces estaban resguardadas en la Casa de la Niñez Poblana del DIF estatal.
También recuerdo el helado que antes de regresar a tu tierra para rehacer tu vida con tus niñas, nos invitaste a Zvezda Ninel (de InfoQuorum), a Andrea Lezama (de CAM CAI) y a mí, en la CAPU.
Una de tus últimas llamadas fue inquietante. ¿Aún tienes miedo de que tu hija mayor y tu nieta un día salgan de casa y no regresen?
También recuerdo el día que murió el exgobernador Miguel Barbosa Huerta, porque me marcaste angustiada para decirme que también había muerto la única esperanza que tenías de que Ramón “N” regresara a la cárcel.
Ya no está el mandatario que te recibió y se comprometió a ayudarte a tener la patria potestad, a darte seguridad a ti y a tus hijas (dado que tu caso evidenció tráfico de influencias en el Poder Judicial y ocasionó una reforma).
También me pregunto: ¿dónde están ahora todas esas mujeres que levantaron la voz para exigir justicia para Miriam Vázquez? ¿Dónde quedó el seguimiento jurídico y periodístico de este caso?
Tú sigues en mi corazón y en mis oraciones, querida amiga. Sé que un día volveremos a abrazarnos fuerte para platicar del río donde pescas mojarras y de que las niñas no paran de brincotear arriba de las camas.
Sé que aún sueñas con correr, con tus cinco hijas, por un enorme campo lleno de flores blancas, tantas que se confunden con el cielo, sabiendo que al monstruo que las ultrajó se lo tragó el infierno”.
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El pasado 22 de agosto se cumplió un año de que Miriam Vázquez dijo que temía por su vida ante el exgobernador Barbosa, en una insólita conferencia mañanera.
El próximo 8 de octubre hará un año que el Sistema DIF estatal devolvió a Miriam a sus hijas, a través de una custodia provisional otorgada a su tía Rocío Vázquez.
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Hace un par de semanas Miriam me invitó a su tierra para acompañarla en un momento importante para ella, pero no acudí. Sé que ella y sus hijas viven en un riesgo constante, porque no se ha repuesto el caso judicial contra Ramón.
Algunas colectivas con las que platiqué, desde que le devolvieron a Miriam a sus hijas, coinciden en que un agresor y un macho como el que cometió estos crímenes tarde o temprano cobrará revancha, más aún si sigue libre.
Miriam y sus cinco hijas siguen sin la protección del Estado, en una situación económica adversa, porque el agresor es el padre de tres de ellas y no se hace cargo de los gastos… Igual que muchas mujeres que se enfrentaron a sus agresores vicarios y que siguen luchando para que, tarde o temprano, sean llevados a prisión, para que ellas y sus hijos puedan dormir tranquilos.
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¡Insurrectas en pie de la lucha! Si tocan a una, respondemos todas.
P.D. Hoy retomo esta columna de género, convencida de que debemos hablar más de nosotras y nuestros sentimientos respecto a lo que sucede en entornos políticos y sociales. Antes la llamé “Mis Ojos Grandes”, por la capacidad que tenemos las mujeres de observar todo lo que sucede a nuestro alrededor. Hoy agrego “y mi Boca Más”, porque las mujeres nunca más nos vamos a callar.