Toda persona tiene derecho a la educación, la cual es un medio para adquirir, actualizar, completar y ampliar sus conocimientos, capacidades, habilidades y aptitudes que le permitan alcanzar su desarrollo personal y profesional, por lo que en este derecho participan los y las maestras para su cumplimiento.
En México hay dos millones 17 mil 591 docentes en 255 mil 535 escuelas, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía actualizados a 2022 y el reconocimiento del Día del Maestro y la Maestra, se hace a los docentes desde 1918, por decreto del presidente Venustiano Carranza.
De las personas ocupadas directamente en la docencia, 82.1 por ciento se formaron como profesores o en una carrera relacionada con las Ciencias de la educación, dicha actividad ha visto una transformación ante la pandemia, pues los maestros tuvieron que ajustarse a las nuevas formas de compartir sus enseñanzas.
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Su compromiso ante una brecha digital que genera distancia con el conocimiento, la funcionalidad de las clases en línea, la situación económica y la falta de dispositivos o internet, entre otras causas, se impusieron aun cuando existió una gran cantidad de estudiantes que abandonaron la escuela durante la pandemia de covid-19.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) refirió que el estado de Puebla en el año 2020, presenta la carencia de rezago educativo de seis millones 625 mil personas siendo un 23.2 por ciento de la población, es decir, carece de estudios de nivel básico o no completó sus estudios de nivel medio superior otro de los grandes problemas que deben superar.
Las y los maestros fueron pieza clave, no solo en cumplir con los programas educativos sino hasta realizar actos de contención emocional en crisis de los propios alumnos, por que dentro de los fines de la educación está el que debe ser inclusiva y humanista.
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Su reconocimiento no solo debe ser un día sino debe reflejarse en las condiciones en que imparten sus clases como el salario, servicios médicos, capacitación e incentivos, al ser agentes fundamentales del proceso educativo y, por tanto, se debe reconocer su contribución a la transformación social.
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