Entre las altas montañas de la provincia de Lima, a 80 km de la capital peruana, una milenaria red de canales de piedra surca las laderas de los cerros para transportar agua de lluvia, ríos y quebradas e infiltrarla en la tierra hacia los acuíferos subterráneos. Este sistema de ingeniería de origen prehispánico se conoce como amunas, una voz de raíz quechua que significa “retener el agua”.
Lee: Reto de TikTok incita al abuso sexual contra mujeres el próximo 24 de abril 2021
En la comunidad campesina San Pedro de Casta, en la provincia limeña de Huarochirí, también le llaman la “siembra del agua” porque les permite disponer todo el año del recurso natural.
Las amunas captan agua durante la temporada de lluvias. El líquido que recolectan en los canales permea y se infiltra y almacena naturalmente en el subsuelo.
Luego, durante la temporada de sequía, los pobladores pueden recuperar el agua a través de los “ojos de agua”, donde brota desde los acuíferos subterráneos, y que puede derivarse a sistemas de riego o para uso en ganadería.
Las amunas han sido halladas únicamente en la región de la capital peruana, cuya geografía de pendiente de alta montaña que desciende hasta el nivel del mar ayuda al flujo del agua.
Recomendamos: Mujer abre su OnlyFans para pagar la carrera de Derecho de su hija
Y por ello no solo son clave para las poblaciones locales. También contribuyen a la subcuenca del río Santa Eulalia, uno de los principales afluentes del río Rímac, que nace en el nevado Paca de los Andes peruanos a 5.508 metros sobre el nivel del mar, y que con 204 kilómetros de longitud provee 80% del agua de Lima, donde viven 10 millones de personas.
Crédito y foto: Milenio
Por:@MTPNoticias