Que la mano del dirigente estatal del PRI, Néstor Medina Camarillo, en la elección del nuevo dirigente estatal del PAN es imposible ocultar. De hecho, en la desesperación que por un momento atrapó a los yunquistas, dejó al descubierto esa trama.
La conexión se encuentra en la empresa encuestadora Indaga, la misma que fue responsable de realizar los sondeos de opinión para el proceso interno priista de este año en el que estuvieron en juego diputaciones locales y federales, así como 217 presidencias municipales.
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En otras palabras, la firma se convirtió en la consentida del dirigente del tricolor. Un estudio elaborado por Indaga fue difundido por los corifeos y empleados de Eduardo Rivera Pérez para hacer frente a otro estudio de la empresa Massive Caller que daba el triunfo por ocho puntos a Genoveva Huerta Villegas y que fue dado a conocer unos días antes la contienda interna panista. ¿Coincidencia? En política no existe. Solo falta que nos enteremos que Néstor Camarillo es también socio de la encuestadora, porque en México todo puede pasar. ¿Será?
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Que el verdadero artífice de que Genoveva Huerta Villegas haya optado por rechazar los resultados de la elección de la nueva dirigencia estatal del PAN es, ni más ni menos que Jorge Aguilar Chedraui.
La razón es sencilla: el morenovallista era el principal encargado de la operación en la capital poblana, pero es justo en esta zona en donde la fórmula Augusta Sánchez y Marcos Castro barrieron casi dos a uno a sus adversarios. Sabedor de que el costo político tendría que absorberlo, el exsecretario de Salud optó por alimentar el odio, resentimiento y enojo del grupo político de la diputada federal para desviar la atención.
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Aunque haya quien defienda públicamente al exdiputado local, lo cierto es que creer que se puede operar a distancia y que el dinero lo puede todo son más falsos que una moneda de 55 pesos. Y si a eso le agregamos la soberbia, el coctel se vuelve más explosivo. Una alerta: Genoveva Huerta debe cuidar muy bien su narrativa porque en el enojo puede destruir lo ganado en el epicentro del poder de la 4T y ahí no habrá poder humano que los salve. Los enemigos son otros y la estrategia es equivocada. Sensatez, por favor, sensatez.
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Luego de la interna panista quedó demostrado que uno de los errores que más pesaron en el cuartel de la aspirante a la reelección fue hacer a un lado a Marcelo García Almaguer.
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El exdiputado local cuenta con una base interesante de militantes panistas y ciudadanos que logró construir a base de recorrer toda la ciudad. Ese capital político pudo haber hecho una diferencia y mínimo servir para contención de la ultraderecha, pero sencillamente el legislador fue hecho a un lado. Al final, la diferencia es que Marcelo sabe lo que tiene y otros perdieron lo que tenían.