“Hoy mi vida sigue por tu cloncito, por tu hermano y para poder encontrarte mi vida”, con esas palabras frecuentemente Blanca Esmeralda Gallardo le refrendaba a su hija, Betzabé, su promesa de hallarla, pero unos sicarios le arrebataron la oportunidad de cumplirla, al asesinarla a balazos en Villa Frontera, en Puebla capital, este 4 de octubre.
Blanca Esmeralda, de 40 años de edad, no reflejaba en su rostro el dolor acumulado por la muerte de su esposo, Gil Alvarado, quien falleció a causa de Covid-19, y por la desaparición de su hija Betzabé, que fue vista por última vez el 13 de enero del 2021 cuando iba a realizar un depósito bancario.
Por el contrario, se mantenía con toda la fuerza posible para seguir trabajando, viajaba todos los días de Puebla a San Martín Texmelucan para laborar; era una madre buscadora y llevaba el sustento a su casa, ubicada precisamente en la unidad habitacional de Villa Frontera, donde cuidaba de su hijo de 12 años de edad y de su nieta, una bebé de menos de 2 años de edad, a quien llamaba ‘cloncito’, de su hija Betzabé.
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La madrugada de este 4 de octubre se difundió la noticia del asesinato de una mujer en Villa Frontera, más tarde, se supo que se trataba de Blanca Esmeralda.
En sus redes sociales, la mujer compartía con frecuencia -al menos hasta el pasado mayo- imágenes y boletines de búsqueda de personas desaparecidas de Puebla y de todo el país.
No había perdido la esperanza de encontrar a Betzabé, pero alguna que otra vez desahogaba su preocupación por el bienestar de su hija.
“No sé dónde, ni cómo estás, no sé si te maltratan, no sé si sufres, no sé si comes, no sé absolutamente nada de ti desde ese día miércoles 13 de enero del 2021, 3:30 pm, desde ahí que saliste no volví a verte, no volví a escuchar tu voz, el decirme “mami te amo mucho””, compartió Blanca Esmeralda en su cuenta de Facebook.
En un mes Blanca Esmeralda perdió a su esposo por Covid y su hija desapareció
Blanca Esmeralda tuvo hasta diciembre del 2020 una familia amorosa y feliz. Tardes de pizza, alguna que otra serenata y muchos momentos en compañía de su esposo e hijos, así como de su nieta eran parte del día a día de la mujer que hoy fue acribillada.
Para finales de ese mes, en vísperas del fin de año, Blanca Esmeralda sepultó a su esposo Gil Alvarado Sánchez, quien sucumbió ante el coronavirus.
“Le doy gracias Dios por haberte conocido. Te amo”, fue el mensaje de despedida que posteó la madre de familia para su marido.
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Con el duelo encima, apenas 31 días después, justamente el 31 de enero de 2021 a las 3:30 de la tarde, Blanca recibió la noticia que ella misma describió como “la peor de su vida”. Se trataba de la llamada en la que le comunicaron que su hija Betzabé no había llegado a su destino, la Central de Abasto donde debía de hacer un depósito bancario.
Betzabé, Betza como Blanca le decía de cariño, iba acompañada de una amiga, quien también desapareció.
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Su vida dio un giro por completo, desde ese momento se comprometió en cuerpo y alma en la búsqueda de su hija. Sumada a la crianza de su hijo menor que quedó en la orfandad y de su nieta.
Barrancas de Puebla y Tlaxcala: Blanca Esmeralda buscó a Betzabé en todos lados
El compromiso de Blanca con la búsqueda de Betzabé la convirtió rápidamente en activista por las víctimas de desaparición forzada.
Se sumó al colectivo de Voz de los Desaparecidos en Puebla que incluso en un comunicado reconoció la labor de la mujer en el grupo.
Blanca Esmeralda participó en marchas y cuando no estaba trabajando o buscando a Betza, ayudaba a generar contenido en redes sociales para la búsqueda de los familiares desaparecidos de otras personas.
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Adultos, niños de Puebla o de otro estado, Blanca Esmeralda creó varios grupos para compartir las fichas de búsqueda de la mayor cantidad de personas que podía.
A Betza la buscó en todos lados. En Puebla capital recorrió terrenos baldíos y barrancas de toda la ciudad, en juntas auxiliares como San Francisco Totimehuacán, y en municipios como Amozoc y Atlixco, encabezó las jornadas de búsqueda a las que se sumaron activistas y sus familiares.
También la buscó en Tlaxcala, ella misma narró que fue a Tenancingo ante la sospecha de que Betza hubiera sido sustraída por una red de trata de personas. Solo con la amenaza de una pistola en su cabeza, dejó ese municipio.
Su último post lo realizó el 2 de mayo, y aunque no desistió en la búsqueda de Betza, por alguna razón, disminuyó su actividad pública.
Por Julieta Cerezo/ @julietacerezo
