“No tengo ni para comprar una veladora”, dice Ismael Torres Escamilla quien recuerda a su esposa Manuela León y a sus hijas María de Jesús y Edileth Yusek, a quienes perdió tras el derrumbe de la iglesia del municipio de Atzala, Puebla, durante el sismo de 7.1 grados hace cuatro años.
Se trata de uno de los sobrevivientes de la tragedia que se suscitó cuando se celebraba el bautizo de su hija menor de dos meses de edad.
El temblor del 19 de septiembre del 2017 lo hizo perder a su familia, la mayoría entre los escombros de la iglesia y a otros por la ambición del dinero, pues tras estafarlo estarlo lo abandonaron a su suerte.
Lee: “Por las noches lloro pero no quiero regresar a Atzala”: sobreviviente del #S19
Primero su abuelastro Crescencio López cobró con engaños la indemnización ante el gobierno estatal de Antonio Gali y después su abuelo Alberto Torres, lo abandonó en el 2019 a su suerte en la comunidad de Emiliano Zapata en el estado de Morelos, tras quedarse con algunos apoyos que recibió.
Actualmente radica en Iguala, Guerrero, lleva seis meses sin empleo debido a que nadie lo quiere contratar porque no puede cargar cosas pesadas ni hacer esfuerzos por el daño que tiene en la columna vertebral donde le colocaron una placa.
También puedes leer: En IMÁGENES, 4 años después del 19S, iglesia de Atzala sigue en ruinas
“Con decirle que no tengo ni para comprar una veladora a mis bebés, a todos los lugares que voy a pedir trabajo me dicen que cargue y no puedo, porque al caminar me duele y por eso es que ando así de jodido”, narró.
A sus 30 años de edad, Ismael se dice marcado de por vida, porque, aunque desafió los pronósticos médicos y recuperó la movilidad de las piernas, no podrá hacer una vida normal, pues lo primero que le requieren en cualquier empleo al que aspira es cargar pesado.
Recomendamos: “Apenas lo estoy superando”: Lorenzo, el sacristán que vio morir a 12 en Atzala el 19S (FOTOS y VIDEO)
Cada mes de septiembre recuerda la tragedia, se entristece y extraña a sus hijas María de Jesús y Edileth, a quien él y su esposa Manuela querían bautizar en martes, para que pasara desapercibido en el pueblo, porque no tenían muchos recursos para hacer una gran convivencia e invitar a más gente.
“Por hoy sí comeré, por hoy ya me dio trabajo unos comerciantes que venden yogurth Danone”, remató al final de la entrevista.