teatro del pueblo
911

José Zenteno / @PepeZd

Los encuestadores perdimos el desafío que nos presentó la elección extraordinaria de gobernador en el estado de Puebla. Las empresas foráneas y las locales, todas, sobreestimamos la proporción de voto para Miguel Barbosa candidato de Morena, PT y PVEM; la mayoría subestimó el voto de Enrique Cárdenas candidato del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano; y todas subestimamos el voto de Alberto Jiménez Merino candidato del PRI. Sin embargo, ninguna se equivocó al señalar que el candidato de Morena ganaría las elecciones, el problema fue el porcentaje de votos de diferencia que obtuvo el ganador con respecto al segundo lugar.

Muchos analistas, académicos y periodistas acusaron que las encuestas han dejado de servir, que nuestros estudios fueron utilizados como propaganda de Morena, que los métodos han sido rebasados por la nueva realidad social y política, que “cuchareamos” nuestras estimaciones para favorecer a un candidato. Me parece que ninguna de esas afirmaciones es correcta y que en el fondo hay una motivación para descalificarnos, un cierto desprecio, envidia o mala fe ante nuestro papel en las elecciones.

Comenzaré por decirles a todos los críticos que en MAS DATA nos incomoda mucho fallar, nunca habíamos sobreestimado a un candidato como ocurrió con Barbosa en las pasadas elecciones y que nosotros no hacemos, no hicimos y no haremos política con nuestras encuestas. Es nuestra responsabilidad lo que se publicó y nada ni nadie nos obligó a modificar ni un solo punto porcentual de ninguna de las encuestas. Es la primera vez que nos toca perder así y nos avergüenza. Sin embargo, la pena no ayuda mucho a nadie, lo mejor que podemos hacer es intentar comprender qué ocurrió.

El gran reto para un encuestador es poder estimar la proporción real de votantes de entre aquellos que en las encuestas nos aseguran que van a votar, pero como sabemos, lo dicen, pero no lo hacen. No existe una fórmula infalible que garantice una correcta estimación de los votantes probables. Todas las encuestas estimaron una participación superior al 40 por ciento de la lista nominal y como sabemos solamente votó el 33 por ciento, lo que podría llevarnos a pensar que “algo” le ocurrió a una parte del electorado. Una línea de investigación sería averiguar que pudo pasar en los últimos días previos a la elección que inhibió la participación de entre 300 mil y 600 mil ciudadanos que tenían la intención de votar y finalmente no lo hicieron.

En MAS DATA creemos que el verdadero desafío consiste en identificar la distribución de una probable abstención para así poder estimar la proporción de votantes de cada candidato. En la mayoría de las elecciones hemos encontrado que la abstención se distribuye de manera normal entre los competidores, lo que significa que no se identifica una tendencia o indicio de que los simpatizantes de un candidato se abstendrán de votar en una proporción mayor a los simpatizantes del resto de los candidatos.

Nosotros utilizamos dos métodos para estimar a los probables no votantes, a uno le llamamos de consistencia y al otro de probabilidad manifiesta de voto. A continuación le presento los hallazgos de ambos métodos que obtuvimos en nuestra última encuesta estatal previa a las elecciones, levantada del 24 al 26 de mayo y cuyos archivos fueron remitidos al INE el viernes 31 de mayo, entre ellos la base de datos (por si alguien quiere consultarlos).

El primero de los métodos consiste en identificar a un subgrupo de informantes de la encuesta que reúnen las siguientes condiciones: conocen la fecha de las elecciones, afirman que están completamente seguros de ir a votar y afirman que ya saben por quién van a votar. El tamaño de este grupo era de 31.6 por ciento de informantes con una preferencia y 6.9 por ciento de indecisos, lo que sumaba un 38.5 por ciento de probables votantes, 5 por ciento más de los que votaron el 2 de junio pasado.

El segundo se obtiene entre aquellos informantes que en una escala de 1 a 10 manifestaron una probabilidad de 10 de ir a votar, quienes manifestaron 9 o menos fueron excluidos del grupo. En esta subpoblación el 31.7 por ciento tenía una preferencia y había un 8.2 por ciento de indecisos, lo que suma un 39.9 por ciento de informantes con probabilidad de votar, casi 7 por ciento más de los que finalmente votaron.

También combinamos las poblaciones identificadas por ambos métodos, es decir, los consistentes con los de probabilidad manifiesta de voto. Esta población era del 22.3 por ciento de la muestra con alguna preferencia y 10.1 por ciento de indecisos, 1 por ciento menos de los que votaron el 2 de junio.

La intención de voto de todos los sub-grupos era muy similar a la preferencia efectiva del conjunto de la encuesta, esto nos llevó a concluir que no había razones para pensar que la abstención de votantes fuera a afectar a uno de los candidatos más que a otros, por ese motivo no presentamos una estimación de votantes probables. Nos equivocamos.

Por otra parte, en diversas entrevistas comenté que el candidato del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano tendría de 4 a 5 puntos más de los que estimamos en nuestra última encuesta, es decir, pasaría de 29 a 33 ó 34 puntos. Expliqué que Cárdenas tenía cerca del 50 por ciento de la intención de voto entre los informantes con estudios profesionales y que este segmento suele participar en las elecciones proporcionalmente más que el porcentaje de informantes con esa escolaridad medidos en las encuestas. La diferencia estimada podría agregarle esos puntos a Cárdenas, pero que estos no eran suficientes para que pudiera competir por la gubernatura. Ocurrió tal como lo anticipamos, en nuestra encuesta de salida cerca del 29 por ciento de los entrevistados tenía esa escolaridad y el 46 por ciento de ellos dijo haber votado por Cárdenas, quien obtuvo el 33.2 por ciento de los votos en la elección.

Lo que no pudimos anticipar fue el voto del PRI que en nuestra última encuesta lo estimamos 5 puntos por debajo de los 18.5 puntos que obtuvo. Esto pudo ser consecuencia de que algunos líderes en el interior del estado decidieron en el último momento que no apoyarían a Barbosa, principalmente presidentes municipales, organizaciones campesinas y grupos indígenas. Otra explicación es el voto priísta que algunos ocultan para evitar poner en riesgo el ser beneficiarios de programas sociales o simplemente porque admitir que quieren votar por el PRI no es bien visto en este momento.

El último factor que no estimamos correctamente fue el porcentaje de votos nulos, le fallamos por 3 por ciento. Es difícil que una encuesta domiciliaria pueda anticipar con exactitud la proporción de votos que serán anulados, ya que éstos no siempre se anulan por voluntad del ciudadano sino que la causa de nulidad es un error al votar. Por ejemplo, pudo ocurrir que algunos votaran por el PRI y por el PVEM pensando que siempre compiten en alianza pero en esta elección hacerlo así provocaría la nulidad de ese voto.

En descargo del gremio y de las técnicas de investigación, les puedo asegurar que las encuestas fueron capaces de identificar los nichos electorales de los 3 candidatos, y que gracias a la investigación los candidatos se comunicaron con sus respectivas clientelas en forma más o menos eficaz. También creo que las encuestas seguirán mostrando inconsistencias en futuras elecciones en tanto se establece la nueva normalidad política. Los efectos de la 4ª transformación alteraron desde el comportamiento electoral de los ciudadanos, hasta la estratificación de las secciones electorales. Tomará algún tiempo en establecerse una nueva normalidad que nos permita diseñar muestras más precisas y aprender a formular las preguntas correctas que arrojen estimaciones más certeras. Pueden estar seguros de que vamos a trabajar en ello hasta conseguirlo.

 

20% descuento Puebla  -México
MTP Noticias

José Zenteno

Director de MAS DATA. Investigador de percepciones y preferencias públicas.