teatro del pueblo
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Las últimas 3 columnas publicadas en este espacio las dediqué a hacer un análisis comparativo entre la teoría y la práctica política de López Obrador. El análisis consistió en describir los aspectos distintivos del “populismo” de conformidad con lo establecido por una corriente de pensamiento político y compararlos con los elementos de la estrategia de Andrés Manuel López Obrador.

La palabra populismo describe un momento en la historia y un estilo de hacer política que al coincidir generan una ola de cambio en una sociedad. Los gobiernos actuales de Estados Unidos, Brasil, Italia, Ecuador, Venezuela, Rusia y México, entre otros, son resultado de olas populistas.

Me atreví a comentar estas cuestiones que son de teoría política porque es importante que se exponga al conocimiento de un público más amplio la fórmula (si se prefiere la estrategia) de cómo ganar el poder en estos tiempos.

Encontré diversas reacciones de los internautas ante esas columnas. La enorme mayoría de comentarios en las redes sociales provenían de personas que no leyeron los textos o no los comprendieron pero reaccionaron en forma agresiva. El título “Mitos y realidades del populismo obradorista” les pareció una crítica al presidente de la República o un desafío a sus políticas asistenciales. Nada más alejado de la realidad.

Sin embargo, dichas reacciones sirvieron para confirmar la hipótesis teórica según la cual se establece a un pueblo como actor político en contra de un antagonista (el PRIAN), el líder es investido con cualidades metapersonales y es defendido a ultranza por su pueblo.

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La tercera columna la dediqué a analizar el estilo populista en el gobierno del presidente López Obrador y de cómo las acciones más valoradas por la sociedad son meros actos simbólicos con poca trascendencia en la vida real de la nación. En ese texto hablaba de 4 casos que podrían servir de ejemplo para describir posibles finales de la ola populista, una vez que acusar la corrupción del antagonista y las ruedas de prensa mañaneras hubiesen perdido su efectividad.

El populismo de Donald Trump es el primero de los casos. Su movimiento será derrotado por un sistema político que es más fuerte que cualquier presidente norteamericano. En aquel país las instituciones y los grupos de poder son capaces de resistir a la embestida de Trump y lo van a derrotar en las próximas elecciones presidenciales antes de que ocasione más daño.

La popularidad del presidente de los Estados Unidos viene a la baja a pesar de que durante su administración algunos indicadores económicos mostraron mejoras como el desempleo y la balanza comercial (mejoras que resultarán sumamente costosas en el largo plazo pero ese es otro tema).

El poder de las élites combinado con las limitaciones intelectuales y la incontinencia verbal del presidente, terminarán por apagar la ola populista de corte conservador que logró llevar a Donald Trump a la presidencia del país más poderoso del mundo.

El ex presidente Rafael Correa ganó el poder gracias a una ola populista de izquierda en Ecuador. El carisma y el estilo del entonces presidente le permitió cambiar la constitución e introducir la reelección para quedarse en el poder por 2 periodos equivalentes a 10 años.

Ante la posibilidad de extender su mandato mediante un referéndum en el que el pueblo le permitiera contender por un tercer periodo de gobierno, él mismo decidió dejar que su vicepresidente, Lenin Moreno, fuese el candidato de su partido Alianza País.

La fórmula integrada por Lenin Moreno como candidato a presidente y Jorge Glas como candidato a vicepresidente parecía ser ideal para extender el proyecto transformador que inició Rafael Correa.

Sin embargo, tan pronto ganó las elecciones, el nuevo presidente de Ecuador comenzó una campaña en contra de los principales colaboradores del ex presidente Correa. Fue así que el nuevo vicepresidente Jorge Glas resultó acusado y encarcelado por supuestos actos de corrupción.

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Después de él han seguido otros hasta el punto de que el ex presidente Rafael Correa enfrenta más de 10 juicios en las cortes ecuatorianas, ello con la finalidad de evitar que regrese a la política en aquel país. El caso de Ecuador muestra la destrucción de la ola populista por traiciones y pugnas de poder al interior del movimiento.

El deterioro de las condiciones políticas y económicas en esa nación sudamericana han impactado los niveles de aprobación del presidente Lenin Moreno, lo que llevará a la derrota de Alianza País en las próximas elecciones. Ese será el fin de la ola populista comenzada por Rafael Correa.

El caso de Venezuela muestra al líder carismático que intentó ganar el poder mediante un golpe de Estado y luego lo hizo por la vía democrática. Hugo Chávez tan pronto se hizo de la presidencia comenzó una agenda de cambios en todos los órdenes. Cambió la constitución para contar con un instrumento legal que le facilitara el control del país.

Los altos precios del petróleo que imperaban a principios de su gobierno le permitieron financiar diversos programas sociales y asistenciales orientados a la formación de clientelas electorales dependientes de los recursos del Estado.

También le permitió financiar la nacionalización de importantes industrias hasta lograr apoderarse de los medios de comunicación más influyentes de Venezuela. La muerte de Hugo Chávez dio paso al relevo de Nicolás Maduro el frente de la presidencia, quién continuó con la agenda de su mentor y antecesor.

Los precios del petróleo cayeron repentinamente y con ellos la posibilidad de financiar un enorme aparato burocrático y asistencial. A pesar de la falta de liquidez, el gobierno de Maduro mantuvo niveles insostenibles de gasto lo que ocasionó un desastre económico en Venezuela y una crisis humanitaria por la carencia de alimentos, medicinas y demás artículos de consumo básico.

3 millones de venezolanos han emigrado y muchos otros intentan salir del país en busca de mejores condiciones. El final de la ola populista en Venezuela será consecuencia del desorden financiero del Estado, la violación a los derechos humanos y civiles de que su población es víctima a manos del gobierno y la presión internacional para reconstruir el orden constitucional y la democracia. Este es el desenlace más doloroso desde la perspectiva social.

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Algunos autores califican de populista al movimiento político de Vladimir Putin. Más allá del debate teórico es real que el hombre fuerte de Rusia no ha dejado el poder desde el año 1999 en que asumió como presidente interino después de la renuncia de Boris Yeltsin.

El éxito militar en Chechenia y el progreso económico de Rusia bajo el mandato de Putin, es lo que le ha valido para mantenerse en el poder durante tantos años a pesar de haber impulsado reformas que atentan contra la democracia y las libertades civiles. El caso ruso puede ser el de un movimiento populista que derivó en una dictadura consentida por la mayoría de la población.

Aquí hemos expuesto 4 casos de movimiento populistas. El primero derrotado por un sistema político sólido, el segundo derrotado por guerras internas entre sus líderes, el tercero derrotado por la ambición de poder político de un gobierno que propició un desastre económico y social, y el cuarto un movimiento que simula ser democrático pero que se ha convertido en una dictadura.

¿Cuál de ellos puede ser el desenlace del movimiento populista de López Obrador? La mejor opinión la tiene usted amable lector.

Foto de Facebook, Andrés Manuel López Obrador

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Raúl Garza

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