Elvia Cruz/ @cruz_elvia
Todos ya lo ven como el nuevo gobernador.
“A sus órdenes señor”, “lo que usted necesite señor”, “usted ya es nuestro señor gobernador”, fueron solo algunas de las frases que me tocó escuchar en la sencilla oficina donde opera Miguel Barbosa en la colonia Bella Vista.
Días previos al arranque de su precampaña como aspirante a gobernador por Morena, por esta casa desfilaron militantes de todos los partidos políticos.
Panistas,priistas, exlegisladores del partido Verde y del PRD les ha tocado esperar hasta cuatro horas para ser atendidos por el exsenador.
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El tiempo es lo menos que les ha importado con tal de hacerse presentes, de ofrecer aunque sea su voto para la elección del próximo 2 de junio.
Saben que Barbosa ya tiene en la bolsa la candidatura para competir por segunda ocasión, en menos de un año, por casa Puebla, y que la campaña será puro trámite para poder tomar protesta el próximo 1 de agosto.
Muchos se han acercado para adelantarse a los tiempos y pedir chamba.
Muchos de ellos criticaron a Barbosa en la campaña del 2018 pero hoy, no les queda de otra más que alinearse en la búsqueda de vivir del presupuesto público.
Ahora que el grupo morenovallista –que se incrustó en el poder durante ocho años– ya no existe, hasta sus huérfanos buscan refugio en Barbosa.
Barbosa bien tiene razón cuando dice que muchos no esperaban este escenario, menos ver la resistencia que tiene para seguir dando la batalla.
Ahora que está a un paso de convertirse en gobernador de Puebla, todos comienzan a alinearse. Todos le aplauden a la menor provocación.
La única piedra en el camino es Alejandro Armenta Mier, pero Barbosa está confiado en que se terminará sumando.
Aunque en el discurso lo señala indirectamente de haber negociado en lo oscurito con el grupo en el poder, en el fondo sabe que es un hombre leal al partido en donde está.