En los últimos días hemos escuchado o leído sobre la corrupción y el autogobierno que existe en el penal de San Miguel en Puebla –una práctica que viene de años atrás–, pero el caso del bebé Tadeo también evidencia que estas mafias ya alcanzaron hasta los panteones.
Cada día que pasa surgen más dudas en torno a este hecho siniestro como, ¿quién le avisó al grupo delincuencial que está detrás de esta trama que justo en esa tumba del panteón de San Nicolás Tolentino, Iztapalapa, Ciudad de México, estaba enterrado un bebé recién nacido?
¿Cómo supieron que se trataba de un pequeño que acaban de dar sepultura?, ¿qué tanto tiene que ver el administrador y los demás trabajadores de este cementerio?, ¿por qué exhumar y robar un cadáver justamente de este lugar y uno de alguno de Puebla que les quedara más cerca del Cereso?
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También llama la atención del porqué le dejaron la banda de hospital en la que se leían los apellidos del menor (“Ayala Peralta”), ¿cuál fue el verdadero fin de este grupo criminal si ya quedó descartado el uso del cuerpo para ingresar droga?
Toma fuerza la teoría de una conspiración por parte del grupo que controla el penal de San Miguel para derrocar a quienes se venían desempeñando como directivos porque ya planeaban trasladarlos a otros centros penitenciarios de mayor seguridad.
Un mensaje claro de quién manda en esta cárcel.
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Introducir al bebé Tadeo fue bien planeado por toda una red de delincuentes, desde dónde exhumarlo, hasta quién lo iba a “descubrir” en el contenedor de basura ese 10 de enero.
Querían provocar un escándalo nacional (e incluso internacional)… lo consiguieron.
Su objetivo era que el gobernador Miguel Barbosa Huerta despidiera a altos mandos del Cereso, e incluso detenerlos y llevarlos a proceso… también lo lograron.
Ahora falta saber quién o quiénes de los 21 detenidos realmente están involucrados en esta mafia.
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Esperamos que la Fiscalía de la Ciudad de México también haga su chamba y nos informe la participación de los panteones en este hecho, pero sobre todo, que detengan a quienes sacaron el bebito de su tumba, se lo robaron y trajeron a Puebla, así como a la persona que se prestó a meterlo al penal.
Que pronto también caigan los autores intelectuales porque no es uno el que ideó este plan macabro. Son muchos y son peligrosos.
