Este lunes 6 de septiembre inician las campañas por la rectoría de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), proceso que es visto solo como un trámite para la elección de la doctora Lilia Cedillo como la sucesora de Alfonso Esparza Ortiz.
En su registro el 2 de septiembre pasado, esta académica ya dio muestras de todo el arrastre que trae, pues ningún otro de los dos contendientes (Guadalupe Grajales y Porras y Ricardo Paredes Solorio) mostró músculo.
Como se ven las cosas, Cedillo solo va a reafirmar lo que ya se sabe: tiene todo el respaldo de la comunidad estudiantil y de gran parte de los trabajadores, por lo que en dos semanas de proselitismo vía Internet, prevé llegar al 20 de septiembre con 100 mil votos.
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El número no es descabellado si se toma en cuenta que tan solo en la auscultación logró 54 mil 79, ahí la lógica que, ya con el acercamiento que se dé con más universitarios, se llegue a ese número.
En 2017, Esparza Ortiz obtuvo el 82 por ciento de participación para su reelección, que representó 58 mil 185 sufragios y el total de los 218 votos sectoriales.
La meta de Cedillo es duplicar ese número para que nadie cuestione el apoyo masivo que se percibe a su favor desde antes de que reconociera sus aspiraciones, y no gracias a Esparza Ortiz, sino al trabajo que ha realizado en la máxima casa estudios.
Ya veremos qué tanto daño le pueden causar o no las declaraciones de Grajales y Porras en su contra a través de los medios de comunicación, porque lo que es Paredes Solorio, es un muerto andando.
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Otra de las designaciones que ya están aseguradas en el gabinete de Eduardo Rivera Pérez es la de Bernardo Arrubarrena a la Secretaría de Administración.
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Ojalá que este perfil garantice una revisión exhaustiva a las licitaciones que se entregaron desde esta dependencia con Leobardo Rodríguez pues hay una infinidad de irregularidades que incluso ya están en la mira de la Auditoría Superior del Estado (ASE), como contratos con empresas fantasma.
