Lorenzo de Carlos Arroyo tiene 32 años visitando anualmente a la Virgen de Guadalupe en la Basílica de la Ciudad de México, este año va en bicicleta con fe a agradecerle que salvó a su madre, quien estuvo enferma de gravedad.
Es uno de los cientos de devotos que cruzan la autopista México-Puebla para llegar a la capital del país y venerar a la morenita a 492 años de su aparición.
“Desde que tengo uso de razón mi papá me llevaba, ahora ya tengo 32 años (…). Mi mamá estuvo enferma, muy grave y pues pidiéndole a la virgen, se curó”, dice a MTPNoticias, Lorenzo uno de los fundadores del comité de ciclistas de San Nicolás Tolentino de Xaltipanapa municipio de Tepeyahualco, Puebla.
Entrevistado este domingo cuando realizaron una parada para revisar sus bicicletas a la altura de San Jerónimo Caleras, narró que salieron de su natal Xaltipanapa a las 7:00 horas junto con los integrantes de su agrupación.
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Guiados por una camioneta Ranger americana de color verde, en cuya batea viaja la imagen de La Guadalupana, confían en llegar a la 01:00 o 02:00 horas de este lunes 11 de diciembre.
Adolescentes, jóvenes y adultos, se uninformaron de pans azul claro. En el centro de sus manubrios llevan una pequeña imagen de la virgen morena adornada con rosas artificiales.
Detrás de ellos van dos tráilers, en los que viajan otros integrantes y llevan víveres para alimentarse e hidratarse.
Peregrinos son recibidos con fiesta y mariachis
Lorenzo de Carlos, platica contento que este año tuvieron la posibilidad de contratar un mariachi, quien recibirá a todos los ciclistas de su agrupación este martes 12 de diciembre a su regreso.
“Nos reciben con una fiesta, convivimos todos y este año hubo la posibilidad de un mariachi”, dice sonriendo.
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Es un joven extrovertido, de piel morena como La Guadalupana y cabello medio chino, cuenta que su padre los acompaña, pues es “curahuesos” y en caso de que uno de ellos se lesione, los atiendan de inmediato.
Cada hora hacen una parada para revisar las bicicletas y cerciorarse que puedan continuar su recorrido de aproximadamente 19 horas a la Ciudad de México.
En la bicicleta no sienten frío ni calor, solo piensan en llegar a su destino y agradecer a La Guadalupana.
El cansancio, embaramiento, dura como una semana, pero vale la pena, dice Lorenzo de Carlos.
Después de unos minutos de hacer sus necesidades en los arbustos, descansar, hidratarse y revisar sus bicicletas, el claxon de los tráileres comienza a sonar y es la señal para continuar su peregrinación a la Basílica de Guadalupe.
