ACOMPAÑAMIENTO DE LA POLICÍA ESTATAL
Publicado enOff The Record

El desnudo de la IP (óleo con escapulario)

Ignacio Juárez

La iniciativa privada poblana salió del clóset para dejar a la vista su auténtica esencia: timorata, mediocre, resentida, desesperada.

No saben cómo enfrentar la personalidad de alguien como Miguel Barbosa Huerta.

No lo entienden.

Les frustra que no caiga en el juego.

Les incomoda que les diga que no les tiene miedo.

Que son pequeños.

Que no ayudan.

Que son un estorbo.

(¡Cómo es que Miguel Barbosa se atreve a meterse con ellos! ¡Ellos, el prototipo de los caballeros españoles que todos los domingos rezan y lloran, pero entre semana son unos libidinoso del poder y el dinero).

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Han sido meses difíciles para ellos.

Por eso ayer decidieron convertir un acto oficial de la Coparmex Puebla -el sindicato patronal refugio de la ultraderecha poblana– en un mercado o en la grada del estadio Cuauhtémoc.

Fue el clímax de dos años en que han sido exhibidos en su condición de comerciantes con alma de tendajonero: Ni invierten ni apoyan ni aportan. ¡Ah, pero cómo exigen y demandan!

En 2018, los barones del Yunque decidieron apoyar a Martha Erika Alonso Hidalgo más por miedo que por convicción. Con el morenovallismo fueron presa del síndrome de Estocolmo. No importó que los pisotearan, se burlaran de ellos, en algún momento les tocaría parte del pastel.

Como todos sabemos, la elección de ese año derivó en un fraude, este fue avalado (con suculentas y pesada maletas atascadas de billetes) y Martha Erika fue la primera gobernadora de Puebla. Fueron los comicios en los que todos perdieron, menos la esposa de Rafael Moreno Valle.

Y después vino la tragedia.

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El helicóptero que cayó en un terreno de Santa María Coronango sepultó casi una década de mano dura.

La IP volvió a perder, pero más dilataron en secarse las lágrimas que en echarse a los brazos del insípido Enrique Cárdenas Sánchez sobre quien volcaron sus esperanzas santiguadas con agua bendita.

La desesperación hizo que la mafia empresarial, incluidos los directivos de la UPAEP, intentaran una celada a Miguel Barbosa: invitarlo a charlar en la oficina de la rectoría para forzarlo a aceptar un nuevo debate con la finalidad de apoyar al exrector de la Udlap. El candidato de Morena no mordió el anzuelo, denunció la estratagema y tomó nota del agravio.

El día de los comicios, Cárdenas y los Monaguillos de la IP mordieron el polvo.

Los sueños de mejores tiempos habían terminado.

Lo que no esperaban es que el nuevo gobernador tuviera la firmeza de no dejarse manipular por la mafia empresarial. Quería, reveló el mandatario en una de sus habituales conferencias matutinas, dictar línea sobre cómo debía ser el gobierno, querían una mesa con todos los secretarios para decirles cómo caminar.

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La petición dejó en evidencia la estatura de la clase empresarial poblana.

Después no daban crédito que desde Casa Aguayo los desnudaran tal cual son: una mafia, un grupo de presión, un grupo de chupasangre.

En la peor tragedia de la época reciente, la mafia de las cámaras empresariales contribuyó con una caja de cubrebocas y algunos actos protocolarios de supuesto apoyo a la sociedad. Nadie sabe a ciencia hasta dónde llegó su apoyo. Lo que sí sabemos es que fueron los primeros en exigir la reapertura de la economía pese a que las condiciones no lo permitían. Barbosa resistió el embate y nuevamente los desnudó: el negocio a costa de la salud y vida de los trabajadores y clientes.

Las diferencias subieron de tono y estallaron cuando se supo que el gobierno estatal les quitó un terreno que les fue donado tres sexenios antes para que construyeran su sede. Nunca hubo edificio, el predio fue proyectado para hacer negocios y un fraude se atravesó.

En silencio, Miguel Barbosa comenzó a tejer sus relaciones con otro sector de la IP en la entidad y el país: empresarios, inversionistas -automotrices, inmobiliarios, manufactureros, entre otros- con los que avanzó y logró apoyos para la pandemia.

La mafia empresarial arreció sus críticas hacia el gobierno del estado. Denunciaron cerrazón, bloqueo.

La cruda respuesta desde Casa Aguayo los dejó nuevamente desnudos:

“Hay personajes siniestros, ahí insertos, como Fernando Treviño, el presidente de Coparmex, es un pillo que todo el tiempo quiere hacer de su forma de vida este tipo de cosas. Yo lo respeto, pero cuando ellos empiezan a querer forzar cosas y controlar, no. Yo ya vengo de una formación. Yo vine de tratar con los empresarios más grandes de México, con (Carlos) Slim y los que estaban alrededor de él o a ese nivel, para hablar de temas de Estado, temas públicos, sosteniendo el criterio de mi partido en ese momento y mi visión de sociedad, no vine (a Puebla) a hacer una acto de renunciación a mis principios y mis convicciones, ¡por favor!”.

La elección del 6 de junio de este año se atravesó, pero no disminuyó el enojo de los comerciantes poblanos que días después verían con los ojos desorbitados que la Universidad de las Américas Puebla, el epicentro desde el que hacían negocios con la complicidad de todos, dejaba de ser un coto de la familia Jenkins de Landa y de Luis Ernesto Derbez Bautista.

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Los barones del yunque, al igual que viejo testamento, se rasgaron las vestiduras y colocaron ceniza en la cabeza en señal de duelo. El golpe fue certero y los enloqueció. Lloraron, gritaron, patalearon, pero nuevamente fueron desnudados.

Desde Casa Puebla, Miguel Barbosa les mando respuesta sin mácula:

“No va a haber ningún acuerdo con ellos hasta que regresen el dinero a Puebla, los 750 millones de dólares, hasta que no regresen los bienes (…) ¿Qué quieren? Un gobierno que siga viendo las chingaderas como se hicieron en Puebla. No, yo no. Ni hago desmadres ni hago chingaderas, los que las hacen son ellos (…) ¿Qué privilegios? Que haya un gobierno que les solape todo. No, aquí no admitimos desmadres. Aplicamos la ley, que les quede claro”.

Con el rabo entre las piernas, un sector de la IP tuvo que dejar la lucha por recuperar el coto de poder de la Udlap, debido a que tenían mucha cola. Entraron a la lucha un par de dirigentes tan anodinos que solo con escucharlos quedó claro que el parque del yunque para la guerra, se habían mojado.

Miguel Barbosa Huerta dio un paso más. Anunció la reapertura y reactivación económica de la entidad tras la pandemia y su estrategia incluía diálogo, negociación, convencimiento y búsqueda de inversiones con empresarios que no necesitan los reflectores.

La mafia empresarial fue hecha a un lado y aterrada se dio cuenta que hay más vida después de ellos.

En este contexto es como los integrantes de la mafia empresarial acudió al acto de la Coparmex Puebla e hicieron catarsis. Dejaron atrás su investidura de hombres rectos, de buena casa y rosario en la mano, para mutar en lavanderas de vecindad. Y nuevamente fueron desnudados.

“Ustedes no me van a impresionar”, fue la respuesta del mandatario que concentró meses de señalamiento puntal sobre la mezquindad de los barones del Yunque, aspirantes a Johannes Berndhart (el empresario consentido de Francisco Franco y Hitler) región cuatro.

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PD: Por cierto, esa es la iniciativa privada que el alcalde de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, tiene como aliada y pretende consentir en su gobierno. El mejor ejemplo es Carlos Montiel Solana, expresidente del Consejo Coordinador Empresarial y quien se desempeña como coordinador de los regidores del PAN en el Cabildo de Puebla.

La IP que tanto agrada a Rivera Pérez está aglutinada en la Comisión Permanente que el cachorro yunquista creó para integrar a sus amigos tras dos años de sufrir el desprecio del poder.

Cómo olvidar que el alcalde fue el director del Centro de Investigación y Gobierno de la Udlap en la gestión de Luis Ernesto Derbez.

Tal para cual.

Por Ignacio Juárez Galindo / @ignacio_angel

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