La repentina reaparición del alcalde de Tecamachalco, Ignacio Mier Bañuelos, tras la ejecución de tres agentes estatales de investigación a manos de la Policía Municipal de ese lugar confirmó que, aunque la familia Mier intente hacer creer que no pasó nada, en realidad sabían que sus aspiraciones y poder quedaron pendidos de una cuerda muy floja.
Temeroso que pudiera ser detenido, lo cual nunca estuvo sobre la mesa, Mier Bañuelos reapareció con un amparo bajo el brazo y una contradictoria justificación del porqué se ausentó varios días para irse a la Ciudad de México.
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En su cuenta oficial de Facebook, el edil informó que estaba en reuniones para amarrar proyectos de desarrollo en el municipio, pero ahora resulta que fue a entrevistarse con los mandos de la Secretaría de la Defensa Nacional para acordar medidas de seguridad para la población.
¿De cuándo acá un alcalde de un municipio intrascendente para la real politik tiene derecho de picaporte en el Ejército? Qué conveniente, además, que tras la ejecución ahora sí demuestre dotes de estadista para enfrentar los problemas.
Por más que la familia Mier pretenda ocultar la realidad, lo evidente es que el alcalde se escondió por temor a ser encarcelado; el papá, coordinador del Grupo Parlamentario de Morena en San Lázaro, fijó una postura tres días después de los hechos solo porque fue abordado por los reporteros capitalinos.
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Fue hasta el martes por la tarde cuando la secretaria de Gobernación estatal, Ana Lucía Hill Mayoral, pudo contactarse con el alcalde después de varios intentos en días anteriores. A tal grado llegó el ocultamiento que fue el secretario particular de Mier Bañuelos el encargado de informar que su jefe estaba en reuniones en la Ciudad de México.
La pregunta es inevitable: ¿A qué le teme Ignacio Mier y su familia?
Si no hay evidencia que lo vincule con la ejecución, debería ser el primero en sumarse a las investigaciones.
Pero un hecho salta a la vista: el pasado reciente les construyó un aura de sospecha sobre la actividad criminal en la zona.
Lo que parecía un triunfo de la familia Mier, el municipio de Tecamachalco se convirtió en el tigre en el rifa y no hay visos de que puedan navegar a buen puerto.
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Los verdaderos empresarios
El gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta lo dejó muy en claro: para impulsar la reactivación económica de Puebla se reuniría y dialogaría con auténticos empresarios.
Han pasado tres semanas y las reuniones que ha encabezado son de lujo e incluyen a inversionistas reales de todo el mundo; cabezas de corporativos y áreas estratégicas; hombres de negocios que están lejos de los reflectores pero son fundamentales en el desarrollo económico.
Esto, como era de esperarse, ya generó urticaria en los bribones agrupados en las cámaras empresariales poblanas (los barones, de rodilla pelada y libertinos del poder) quienes han encontrado en Eduardo Rivera Pérez un cobijo tras caer desgracia.
Ya se vio que el mandatario estatal tiene muy claro a quién buscar en la IP para realmente alcanzar objetivos.
Mientras que en la Comuna siguen conformándose con tener como aliados a la ultraderecha que ha lucrando, secuestrado y utilizado a conveniencia al Consejo Coordinador Empresarial, plagado de comerciantes con alma de tendajoneros, cuya premisa es empresa pobre, empresario rico.
Y es que no es lo mismo sentarse con la cadena de inversionistas de las empresas proveedoras del sector automotriz a tener como aliado al vendedor de cables, Carlos Montiel Solana, por poner un ejemplo.
Por Ignacio Juárez Galindo / @ignacio_angel
