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Así acabó Colombia con el huachicol

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Las autoridades colombianas lograron disminuir en 95 por ciento el robo de combustibles en apenas dos años. Su estrategia involucró la creación de un grupo policial especializado, la aplicación de tecnologías para el rastreo de las gasolinas y un sistema de vigilancia y control de la cadena de suministro.

En 2002, Colombia sufría su peor momento en robo de combustibles. En ese momento, decidió aplicar una nueva política pública que, en poco tiempo, tuvo un gran éxito. El plan logró frenar en 70 por ciento el hurto en 2003, y hasta en 95 por ciento en 2004.

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“En 2002 perdían 8 mil barriles, el año pasado les robaron catorce, es decir, nada. Pero esto funcionó porque era un plan holístico, en coordinación con la policía, autoridades administrativas y el sector privado”, cuenta Raymundo Sánchez, analista de la consultora AT Kearney.

Los grupos delictivos no sólo robaban gasolinas, sino también petróleo crudo, que refinaban en pequeñas plantas improvisadas para destilarlo y obtener derivados que incluso servían en el proceso de producción de la cocaína, según reportes de medios locales.

Frente a ellos, una de las claves fue la creación del Grupo de Operaciones Especiales de Hidrocarburos (GOESH), que persiguió este delito a través de la vigilancia de los ductos y la revisión de las instalaciones de refinación y de las gasolineras.

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“Se dedican justamente a patrullar los ductos, revisar autotanques, gasolineras y hasta barcazas, para asegurarse de que se transporta combustible legítimo”, explica Sánchez.

Además, Ecopetrol, la petrolera nacional de Colombia, aplicó tecnología, como la instalación de fibra óptica en sus principales ductos, para detectar con mayor rapidez las fugas en sus sistemas. También añadió marcadores químicos a los envíos de gasolina, con el fin de rastrearlos desde el punto de salida hasta las estaciones de servicio, y cotejar así la información con el suministro físico.

¿Un ejemplo para México?

La experiencia colombiana puede servir de caso de éxito para la estrategia que aplica la administración de Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, de momento, el plan mexicano carece de una visión de largo plazo, opina el especialista de AT Kearney.

“Lo que no veo en el caso de México es la coordinación. No es sostenible en el tiempo tener autotanques vigilados por el Ejército. Esto es carísimo”, dice Sánchez.

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Los principales ductos podrían tener fibra óptica que permitiera hacer más ágil la detección de fugas, y así evitar los largos cierres que se han dado con la estrategia actual, agrega el experto.

“Hay otro caso que es muy claro, que es en el delta del Níger, en Nigeria, y lo que hicieron fue sacar al Ejército. Ellos no han tenido éxito, porque eso no es suficiente. Y eso se parece más a lo que ahora sucede en México”, comenta.

El gobierno no ha dado una fecha para normalizar las operaciones de suministro de combustibles, y se ha mostrado firme en que continuará con el cierre temporal de los ductos de Pemex para su reparación.

Foto: El Tiempo 

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