Elvia Cruz/ ExpansiónPolítica
Tenía pocos minutos que Leonel se había salido de la cocina para irse a otro cuarto a ver la tele, cuando escuchó un tronido. De inmediato se asomó y vio que el inmueble en donde se encontraban los invitados a su graduación de la telesecundaria, había quedado bajo lodo, piedras y árboles.
“Lo primero que hice fue sacar a mis primitas, las más chiquitas”, contó a ExpansiónPolítica este adolescente quien aunque intentó rescatar con vida a sus primitos, no pudo hacer nada por ellos. El deslave de una parte del cerro, que se encuentra atrás de la vivienda, había terminado con sus vidas.
Leonel recuerda que en medio de la fuerte lluvia, el primer cuerpo que sacó entre los escombros fue el de Fátima, una niña de 9 años de edad que se encontraba en el lugar al momento del desgajamiento.
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Leonel y otros familiares de las víctimas aseguran que son seis los fallecidos pero en un comunicado de prensa, la madrugada de este jueves, la Secretaría General de Gobierno reportó siete, entre ellos cuatro menores de edad. Más tarde verificó y corrigió que siempre sí fueron seis víctimas mortales:
Eugenia Leyva Alvarado de 61 años de edad, Antonia Leyva Flores 41, Dulce Rosario Calbarín Merino de 42, y los menores Fátima de 9 años, Gaspar de 6 y Joseline de 4.
Otros cinco lesionados fueron trasladados a los hospitales del Sur, de Ortopedia y Universitario de Puebla.
Los muertos son los invitados de Leonel
Este miércoles 10 de julio, Leonel concluyó sus estudios en la Telesecundaria José Vasconcelos, que se ubica en la comunidad, al sur de la ciudad de Puebla y como una forma de festejarlo, sus padres organizaron una comida familiar a la que solo acudirían los más cercanos.
Todo trascurría normal hasta que comenzó a llover fuerte e impidió que sus tíos y primos se fueran a sus casas. Se quedaron a resguardarse del agua en la cocina, esperando que la lluvia disminuyera pronto cuando ocurrió el deslave.
“De repente se vino un árbol, luego una piedra y de repente se comenzó a deslavar la tierra y se cayó el árbol”, señala Leonel de lo que recuerda en los primeros minutos del accidente.
Curiosamente sus hermanos y papás habían dejado la cocina minutos antes, por lo que salvaron sus vidas.
En un recorrido realizado en el lugar, se observó que la humilde vivienda se situaba a la orilla de un río y bajo un cerro que, según el gobierno estatal y municipal, se trata de una zona prohibida, aunque no hubo advertencia a la familia de que corría riesgo.
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En el lugar aún se observa la cazuela de barro que se ocupó para hacer la comida, una estufa, un horno de microondas, ropa y zapatos entre el lodo, mientras que los cuerpos fueron repartidos en cinco casas, para ser velados y sepultados este fin de semana.
Con información de Iván Tirzo