Sin cumplir la mayoría de edad, María Irasema dejó su hogar en Ahuehuetitla, Puebla, para perseguir el sueño americano. Se instaló en Nueva York, Estados Unidos, donde procreó a sus dos hijas. Desde hace 25 años le llamaba por teléfono todos los días a su madre Guadalupe López, pero el 14 de abril no lo hizo.
Su madre se preocupó y le llamó a la mujer de 42 años de edad, quien, con dificultades para respirar, le dijo que estaba un poco mal y el 16 de abril cerró los ojos para siempre, a causa del Covid-19, en un hospital de gobierno en la tierra de Donald Trump.
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María Irasema era una mujer de trabajo. A diario cubría hasta tres turnos en la zona de Nueva York realizando labores del hogar y en una sinagoga.
Pensábamos que era un resfriado, porque apenas empezaba esta enfermedad. Es algo que nosotros no esperábamos, la difunta estaba muy joven, tenía 42 años y esta enfermedad nos agarró de sorpresa”, dijo su prima Tania Vaquero Castillo, quien acudió este lunes a recibir sus cenizas tras la ceremonia encabezada por el gobernador Miguel Barbosa Huerta y el cónsul mexicano, Jorge Islas.
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Guadalupe López Calixto, madre de la occisa, no asistió porque se encuentra delicada de salud. La mujer estaba ilusionada con volver a ver a su hija, pues los médicos le habían dicho un día antes que la darían de alta, pero esa misma noche tuvo complicaciones y falleció.
Como la mayoría de los migrantes, María Irasema soñaba con regresar a su tierra natal con sus hijas y compartir algunas tradiciones de su comunidad. Sus cenizas tardaron tres meses en Nueva York y este lunes por fin llegaron a Puebla. En cuestión de horas tendrá un funeral tradicional en Ahuehuetitla, enclavado en la Sierra Negra.