La calle 4 Sur en el número 706 del Centro Histórico de Puebla se empezó a llenar de rutas de transporte público y uno que otro automóvil particular de aficionados que estaban en espera de más personas para iniciar una caravana para instalarse a fuera del hotel en donde se encontraba concentrada La Franja.
A la una y media de la tarde, cerraron la calle, estacionaron en medio más de 10 autos con muchas personas dentro de ellos, que se apresuraban a bajar de ellos para adornarlos con globos color blanco y azul.
La hora indicada para el arranque llegó y siendo las dos y 40 minutos, todos los aficionados se concentraron en medio de la calle mientras que los ambulantes surtían a todos con banderas del escudo del Club Puebla en color rosa, negro y el poderoso azul con precios de hasta 150 pesos.
Todos sacaron papelitos de color blanco, serpentinas y luces de bengala que agitaron al cielo con porras al ritmo de la tambora y cantando el “dale Puebla, dale, dale oh” a todo pulmón.
En sus rostros había ilusión, desesperación, mucho sentimiento y peticiones al cielo en busca de una esperanza para que el Club Puebla gane.
De pronto, más de 200 personas empezaron a subir a sus automóviles, quienes se sentaban en sus ventanillas, motocicletas que iban de ha tres personas cada una y más de tres autobuses para ir hacia Angelópolis, que llevaban a hombres sin camiseta sobre sus techos.
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Los motores rugieron y cerraron las calles a su paso, donde los turistas que se encontraban en la plazuela de ‘Los Sapos’ se sorprendieron al punto de grabarlos a todos ellos con sus teléfonos celulares, los demás autos particulares no quieren quedarse atrás y con el claxon mostraron su emoción y apoyo.
Al llegar al Hotel en donde los futbolistas estaban concentrados, los camoteros mostraron su euforia, las camisas sobraron, las playeras del equipo se volvieron banderas y dejaron mostrar sus espaldas y brazos tatuados con el escudo del Club Puebla.
Así, los rollos de papel bond blanco para sumadoras se volvieron confeti, las bombas de humo hicieron que el ambiente se nublara y la fiesta dio inicio con los cohetes que lanzaron sobre los grandes edificios.
Los turistas y empresarios que salían del hotel se tomaron fotos con los aficionados disfrazados de blue demon, el santo y el místico, luchadores que ahora manifiestan su locura para animar a los jugadores.
Todos gritaron “que se escuche nuestra porra, con huevos para que ganen” y así empezaron a cantar “Señores yo soy poblano” desgarrando sus gargantas y bajando sus cubrebocas para obtener más potencia mientras brincaban.
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Los Franjabonados dijeron “no nos merecemos perder, merecemos ganar, tenemos que ganar, mi pronóstico es un 4-0 limpio, ésta es nuestra oportunidad”.
Así, a las cuatro y media, los jugadores salieron, saludaron a los aficionados cercanos a la entrada y los que no, desde las ventanas del autobús saludaban, iniciando así una estampida de camoteros hacia sus autos, pues la motivación funcionó era hora de acompañarlos, respaldarlos hasta el Estadio Cuauhtémoc.
En quince minutos, todo se quedó en silencio, todo lo que quedó a su paso y que registraba su paso por la Angelópolis eran los muchos residuos de basura en la banqueta del hotel, donde apresurados, los trabajadores comenzaron a levantar con tres bolsas enormes de basura, comentando “ayer sucedió lo mismo, hoy preparamos más bolsas”.
Unos últimos camoteros pasaron en transporte público y les pidieron disculpas, los intendentes gritaron “¡no se preocupen, los apoyamos!”.
Por Mitzi Pulido/ @Mitzi_Pulido
