En gustos se rompen géneros y, partiendo de esta premisa pocos son los medios que llevan el periodismo de investigación, es decir, quienes acuden a una investigación profunda y previa que tiene por objetivo “develar una verdad que por su gravedad y compromiso, se intenta mantener oculta”.
Recordemos que el surgimiento de esta clase del periodismo data aproximadamente de fines de 1800 en Inglaterra y surge por la imperiosa necesidad de dar respuesta vía una investigación a fondo de temas que la sociedad demandaba como conocer acerca de la prostitución infantil, entre muchos otros.
En la democracia moderna el periodismo de investigación debería tener un papel sumamente importante; su objetivo es proveer a la ciudadanía información clara, precisa y oportuna para que los diferentes entes sociales, gubernamentales y de la iniciativa privada puedan mantenerse bien informados y de esta manera puedan ejercer su derecho en la toma de decisiones.
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¿Cuál es la realidad a la que nos enfrentamos? ¿Estaremos transitando con libertad de expresión y seremos algún día una sociedad moderna democrática? Si bien es clara nuestra Carta Magna cuando afirma en el artículo sexto y séptimo constitucional que:
“La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa […] el derecho de réplica será ejercido en los términos dispuestos por la ley […] Es inamovible la libertad de difundir opiniones, información e ideas, a través de cualquier medio […] ninguna ley ni autoridad puede establecer la previa censura, ni coartar la libertad de difusión […]”.
Hagamos referencia al concepto de la nueva democracia, donde la participación ciudadana se vuelve el centro neurálgico; un cúmulo de historias independientes se entrelaza en el nuevo escenario social, donde ciudadanos con igualdad de derechos y de representatividad pueden y deben hacer uso de su voz; donde sean escuchados, considerados, tratados en igualdad de condiciones y circunstancias.
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Ahora bien, si esta nueva narrativa democratizadora estuviera trabajando al cien por cien, no veríamos en la arena social a presos políticos, ni señalamientos, ni denuncias en contra de periodistas que por el solo hecho de cumplir con su tarea de investigación han sido víctimas de violencia de cualquier tipo, ni tampoco veríamos el punto más álgido al que se enfrentan los periodistas de investigación que es tocar a la muerte misma. Las estadísticas en México siguen siendo poco alentadoras.
Volvamos al tema del periodismo de investigación como documento que permite un tratamiento profundo y sus investigaciones se vuelven totalmente significativas en el papel que se requiere contra la corrupción. Pero, a pesar de este hecho existen y considero seguirá existiendo la censura, la represión del Estado manifiesta vía los directores y dueños de los medios de comunicación contra varios periodistas. Mientras no se ponga fin a este hecho, los periodistas de investigación seguirán siendo víctimas no sólo del hampa sino del Estado mismo.
Lamentables son las cifras que publica Artículo 19 el pasado mes de agosto, donde afirma que
“Desde el inicio del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, han sido asesinados 22 periodistas, de acuerdo con el más reciente reporte de la organización Artículo 19, que denunció que el Estado mexicano sigue sin cumplir con sus obligaciones para la protección de los derechos humanos y la libertad de expresión. En el primer semestre del año, tres periodistas fueron asesinados y el motivo principal que se presume dentro de las investigaciones correspondientes, está el posible vínculo con su labor informativa. De enero a junio del 2021, se registraron 362 agresiones contra la prensa, lo que equivale a 1 cada 12 horas”.
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De estas cifras podemos decir que México sigue siendo uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo y no se diga para hacer periodismo de investigación. No olvidemos que el pasado 5 de noviembre la CNDH emitió la recomendación 74/2021 dirigida al secretario de Gobernación (SEGOB), Adán Augusto López Hernández, “por la negativa del Mecanismo para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas (MPPDDHP) de otorgar medidas de protección en favor de una periodista […]” (comunicado DGDDH/278/2021).
Aunado al riesgo que conlleva el trabajo del periodista de investigación, las agresiones contra la libertad de expresión de las que son objeto, en la mayoría de los casos quedan en la impunidad. Los mecanismos de protección para ellos no garantizan la actividad periodística en México, recordemos las palabras de Daniela Pastrana directora de Periodistas de Pie cuando dice que “en México es más peligroso investigar un asesinato que cometerlo” (sic).
Hoy día, debemos reivindicar el papel del periodismo de investigación, que como parte de un país en busca de rumbo democrático necesita tomarse con la seriedad necesaria, pues son ellos, los periodistas de investigación quienes pueden marcar las pautas para que investiguen las autoridades.
El periodismo de calidad y en libertad no debe estar amenazado; el periodismo de investigación no es periodismo de “fachada” digamos “cosmético” ni mucho menos “a modo”. En México, como en ninguna parte del mundo, no debiera existir ninguna clase de periodismo cómplice, ni como comparsa, mucho menos de censura. Valoremos entonces el tipo de periodismo que México necesita…
Al tiempo.