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Hoy es presentada la primera columna a cargo de ésta su siempre servidora Dulce Belem Zavala, oriunda de CDMX y residente del estado de Puebla desde hace 25 años. En este espacio se abordarán temas que pocas veces son considerados, analizados y visibilizados, como lo son los grupos de personas en riesgo de vulnerabilidad o grupos minoritarios como en muchas ocasiones se nos denomina, la inclusión, discapacidad, género, entre otros.

Seguimos enfrentando una pandemia mundial que sin duda alguna nos ha pegado a todas y todos de manera distinta, y los grupos que en vez de llamar vulnerables se deberían denominar “grupos
prioritarios”, para insertar la visión de Derechos Humanos, han sido afectados de maneras
indescriptibles o inimaginables para quienes no tienen discapacidad, pobreza extrema, no son
integrantes de la comunidad LGBTTTIQ+ u otro grupo de personas con desventajas sociales,
lingüísticas, culturales, raciales, entre otras.

La Covid-19 nos ha golpeado sobre todo en educación, salud, empleo, economía y acceso a la justicia. Cuando se dice acceso a la justicia se hace énfasis en la discriminación, la falta de información veraz, oportuna y accesible como factores lacerantes que impiden el pleno goce de los derechos humanos a los que somos sujetos de poseer por el simple hecho de ser personas. No lo digo yo, lo dice la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 en sus 30 artículos y en nuestro país un gran compendio de legislaciones.

Para simple muestra nuestra Carta Magna (que por cierto, el viernes 5 de febrero conmemoramos el aniversario 104 de su proclamación allá en el año de 1917) que hasta este año ha sido reformada al menos en 741 ocasiones, con modificaciones que para las y los especialistas en Derecho Constitucional han sido para bien y habrá quienes digan que para mal también.

Una de las reformas más importantes fue en 2011 en materia de Derechos Humanos, dado que compone un cambio en la concepción de entender la fuerte relación entre gobiernos y sociedad, colocando siempre el principio PROPERSONA que simplemente es colocar a la persona como único fin de justicia y acciones de bienestar social ante las autoridades, con la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos.

Es aquí en donde retomamos a los grupos más vulnerables y decimos fuerte: “tenemos que estar en las agendas públicas y no solo en los discursos electorales como cada 3 y 6 años”, según sea el caso, ya no solo queremos ser parte en los mensajes de la propaganda a repartir, videos y fotografías en redes sociales u otros medios y en los mítines o reuniones (si se llegan a realizar) no solo queremos estar al frente o en un templete ondeando banderas del partido A o B con una gran sonrisa esperanzadora de que “ahora sí, este o esta es el o la buena” con apariencia de persona generosa, sencilla, con calidad humana, y seguro que hará políticas públicas a favor de todas y todos, con piso parejo (ajá).

Déjeme decirle que justo ahora, mientras usted nos hace favor de leer estas líneas, los partidos políticos ya están haciendo las asambleas para elegir a sus “mejores perfiles o refritos” o mejor dicho quienes más votos lleven a casa para asegurar sus registros en otro proceso electoral y en el futuro poder hacer coaliciones, alianzas, etc., asegurando sus posiciones de poder anteponiendo no el bien común, como en todo discurso nos lo hacen creer; o simplemente para continuar recibiendo grandes cantidades monetarias que difícilmente nos rinden cuentas de en qué y para qué fue usado el recurso.

Hoy las mujeres, niñas, niños, jóvenes, personas trans, indígenas, afrodescendientes, adultos y adultas mayores, personas con discapacidad, migrantes etc., en verdad esperamos, anhelamos y exigimos que se nos garantice el acceso a una verdadera cultura de la democracia y no lo digo por las instituciones encargadas de realizar las elecciones, sino dentro de los partidos políticos, donde queremos conocer más acciones y menos fotos comiendo o consumiendo local, recorriendo y “promoviendo” lugares.

No digo que este mal, no hay publicidad de más, pero una foto así ¿de qué sirve? Los comerciantes, artesanos, empresarios, guías turísticas y todas las personas requerimos un plan o estrategia por parte de quienes ya están campañeando internamente y pagando miles de pesos en plataformas virtuales para que los conozcamos. Deseamos saber qué harán en materia de derechos humanos, seguridad, igualdad, paridad, trasparencia, salud, educación, deporte, cultura y otras grandes ramas gubernamentales, cómo están conformadas las plataformas electorales que ya debieron registrar ante el Instituto Nacional Electoral para validar que tengan estrategias que atestigüen la participación de los grupos ya mencionados en todos los espacios y en todas las formas.

Estimado lector o lectora, agradezco infinitamente su tiempo, así como a este medio por permitir abrir brecha en estas cuestiones que nos deben concernir a todas y todos porque sin duda alguna la diversidad humana o diferencias es lo que enriquece a las sociedades, les invito a continuar formulando preguntas para quienes estén en campo físico o virtual pidiendo votos, para que constaten que estamos despertando y que no será fácil convérsenos o embelesarnos solo con una despensa, vales, tarjetas y otras tantas cosas de las que echan mano para ganar un poquito más de afinidad con el electorado.

Quiero cerrar esta primera columna con una frase “hasta que la dignidad humana se haga costumbre”.

Por Dulce Belem Zavala/ @dbperzaval

Foto: Internet, ilustrativa

Dulce Zavala

Dulce Belem Zavala

Consejera, conferencista y capacitadora en temas de inclusión, DDHH, discapacidad y genero, mujer joven con discapacidad originaria de CDMX radicando en Puebla desde hace 25 años, activista a favor de...