El 5 de septiembre de cada año se conmemora el Día Internacional de la Mujer Indígena en honor a Bartolina Sisa, mujer que comandó los ejércitos quechua-aymara en contra de los colonizadores españoles, a fines del siglo XVIII en el Alto Perú, guerrera aymara, quien se opuso a la dominación colonial y como consecuencia fue asesinada por ellos.
Entender lo que implica el ser una mujer indígena, permite atender sus necesidades y respetar de manera eficaz su entorno social, jurídico y político, por ello la interseccionalidad nos ayuda a comprenderlo por que es una metodología que estudia la percepción del poder cruzada o imbricada en las relaciones sociales.
Este enfoque señala que el género, la etnia, la clase u la orientación sexual, están interrelacionadas lo que hace evidente que para entender el origen de diversas situaciones es precisamente con cada entrecruzamiento de diversidades complejas, no esquivando tal análisis.
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¿Cómo se logra lo anterior?
Cada persona debe ser entendida como vulnerable en lugar de buscar la identidad más oprimida (género, sexualidad, raza) y utilizarla como punto de partida para el estudio. Nos obliga no solo a considerar el género como el principal (y a menudo único) eje de desigualdad ligado a las manifestaciones de la violencia, sino su interacción con otros ejes de diferencia, desigualdad y discriminación que pueden marcar posiciones de vulnerabilidad y resistencia frente a situaciones de violencia.
En ejercicio de su libre determinación tendrán el derecho de autoidentificarse bajo el concepto que mejor se adapte a su historial, identidad y cosmovisión, por que recordemos que en México hay 68 pueblos indígenas, quienes viven una paradoja, por un lado, sus manifestaciones culturales son motivo de reivindicación y orgullo nacional y símbolo del país y por otro, sufren pobreza y marginación.
La autoridad federal que tiene como misión impulsar una nueva relación entre el Estado mexicano y los pueblos indígenas y afromexicano, basada en el reconocimiento, el respeto y el ejercicio efectivo de sus derechos fundamentales como sujetos de derecho público es el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas.
En Puebla un programa que ha buscado atender desde una perspectiva interseccional a las mujeres indígenas son las Casas de la Mujer Indígena (CAMI) y son ellas mismas quienes las dirigen; al ser organizaciones civiles conformadas por mujeres indígenas que atienden a otras mujeres del mismo origen que son víctimas de violencia, con el objetivo de garantizarles apoyo en su lengua y comprendan lo que están pasando.
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De esta forma, el enfoque combinado de género e interculturalidad implica un marco de interseccionalidad de derechos en el que también se presentan contradicciones y tensiones, entre derechos individuales y derechos colectivos; la conciencia de su identidad indígena deberá ser criterio fundamental para determinar a quiénes se aplican las disposiciones sobre pueblos indígenas como sostiene Nuestra Carta Magna en su artículo 2.
¡Por que el ser una mujer indígena no debe ser una doble mirada al sesgo sino a la perspectiva interseccional!