Riegos en internet

Buen inicio de semana tengan todos nuestros apreciables lectores…

 

La homosexualidad no es algo nuevo que haya surgido en nuestra época, ni se trata de un asunto ni un problema que hemos de abordar desde cero, del que no se conozca nada. Se trata de un fenómeno que ha coexistido siempre en nuestras sociedades, aunque no de modo generalizado sino afectando directamente al individuo, por tratarse de escoger una orientación sexual diferente a la que escoge la mayoría de los individuos de su género. Ha costado siglos poder afirmar abiertamente que no es una enfermedad, que no es una perturbación ni un delito, aunque costará algunos más confirmar que no es pecado para la mayoría de las confesiones religiosas.

 

La homosexualidad ya se experimentaba en numerosos pueblos primitivos en los que se aceptaba sin ningún miramiento como una actitud sexual cotidiana. Son muchas las investigaciones antropológicas y sociológicas que se han hecho sobre diferentes sociedades humanas, para llegar a la conclusión de que en muchas de ellas se admitía la homosexualidad como un comportamiento sexual más.

 

Durante siglos, los homosexuales fueron considerados como enfermos. En muchos países la homosexualidad es castigada. Ahora, de menos en las sociedades modernas, se admite que la homosexualidad es una orientación sexual, en la que probablemente exista una influencia genética. Sin embargo, existen terapeutas que ofrecen tratamientos para reeducar a los homosexuales. Hay médicos que afirman, sin más sustento que sus meros prejuicios, que la homosexualidad proviene de una tuberculosis que seguramente tuvo el padre en su juventud o del uso de los suavizantes para ropa.

 

Derivado de lo anterior, históricamente, es fácil descubrir y llegar a la conclusión que hay una idea persistente en todo el tema; la verdadera causa de intolerancia a la homosexualidad es, la intolerancia social, adornada frecuentemente por otro tipo de causas, sobre todo la intolerancia religiosa.

 

Así las cosas, se han buscado un sinnúmero de remedios para “curar” la homosexualidad, llegando hasta extremos que ponen en riesgo la integridad física, la salud y hasta la vida de las personas que tienen por preferencia a personas de su mismo sexo.

 

En México, la sociedad no resultó ajena a todos estos estigmas y de ello se valieron grupos de charlatanes abusivos que bajo la ignorancia y necesidad de algunos ofrecían “curas” para la homosexualidad y dejar de “tener ese mal” empleando terapias; pero esa falacia se acabó.

 

Las terapias que aseguran “curar la homosexualidad” han sido prohibidas en Ciudad de México, pues el Congreso local ha aprobado además que se castigue hasta con cinco años de prisión a miembros de iglesias, especialistas médicos y psicólogos que administren tratamientos violentos para “revertir” la orientación sexual de miembros de la comunidad LGTTBI, procedimientos que carecen de evidencia científica.

 

Lee: Aprueban reformas para tipificar como delito las ‘terapias de conversión sexual’ en CDMX

 

La iniciativa, misma que resulta ser en extremo inédita en la defensa del desarrollo de la libre personalidad, reforma artículos del Código Penal de la capital mexicana para sancionar con penas de dos a cinco años de prisión y entre 50 y 100 horas de trabajo comunitario a quien aplique los llamados esfuerzos para corregir la orientación sexual y la identidad de género se perseguirá de oficio y se considerará como agravante que estos métodos se apliquen en menores de edad,

 

Según los diputados que promovieron la enmienda, bajo el eslogan de “Basta de terapias violentas y degradantes”, han agregado que pasó la iniciativa en votación general por 49 sufragios a favor, nueve en contra y cinco abstenciones.

 

La propuesta levantó polémica entre grupos conservadores que se decían vulnerados en sus derechos y criminalizados por sus convicciones, inclusive refirieron estos grupos conservadores que “Podría constituirse en una mordaza para el ejercicio de la libertad de expresión y de culto de las doctrinas religiosas”.

 

Por otra parte los legisladores proreforma, han insistido en que no se busca perseguir a las personas que voluntariamente busquen orientación sobre su sexualidad. Dicha tipificación de conductas se basa en la búsqueda de frenar abusos, ya que las terapias suelen ser muy agresivas pues incluyen violencia física, toma de hormonas, terapias de electrochoque, aislamiento e insultos y vejaciones.

 

Los activistas LGTTBI han insistido en que se trata de un discurso de odio, además de ser prácticas fraudulentas por su elevado costo y nula efectividad; inclusive la Asociación Americana de Psicología ha expresado su preocupación por la promoción y proliferación de estos métodos y ha subrayado que “el consenso de las ciencias sociales y del comportamiento, así como de los expertos en salud y salud mental, es que la homosexualidad per se es normal”.

 

En relación al tema, grupos en favor de las minorías sexogenéricas se han pronunciado y se han manifestado a favor de dicha reforma, ya que cada vez son más comunes los discursos homófobos, tránsfobos y misóginos”, y argumentaron que, “ojala el resto de los estados se sumen a esta reforma al código penal, estaríamos avanzando verdaderamente como sociedad”.

 

 

No existen tratamientos que realmente hayan demostrado cambiar la orientación sexual. Uno de los métodos más controvertidos ha sido la terapia de conversión a base de choques eléctricos.
Muchos de los terapeutas que ofrecen fórmulas mágicas o tratamientos reeducativos para la homosexualidad trabajan fuera de la legalidad.

 

La tolerancia y la apertura deben empezar por las mentes, sobre todo la de los padres.

 

Lo anterior se tenía que decir ¡y se dijo!

 

¡Nos leemos la próxima semana!

 

Por Yvan Vargas/ @LAWNAVY

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