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Odio despertar, tomar el celular y abrir Facebook. Hacía semanas que no lo hacía. Pero hoy, un poco antes de las 3 de la mañana lo hice. Y ahí vi a esta joven mujer con ojos llorosos. Lo primero que pensé “D-os mío, que no sea grave”.
Lo era. Lo es.
Dice que fue al concierto de Telehit en el Estadio Azteca el que supone sería una celebración por sus 25 años. Pero terminó como la peor experiencia y, espero, ruego, última de este tipo le pase en la vida.
Poco antes de concluir el concierto #Telehit25Años, dice, intentó cambiarse de zona tras conseguir un permiso explícito de los organizadores, entre ellos, miembros de “seguridad” de Servicios de Protección Privada Lobo. Grupo Lobo. Sí, el mismo grupo del que se cuentan las mismas putas historias de prepotencia, abuso, violencia y horror desde hace años.
Y eso fue lo que pasó al llegar al otro extremo: alguien decidió que la intención de esta joven no era posible, esa persona con “poder” no quiso dialogar mucho menos razonar, y cuando esta mujer y su novio intentaron retirarse, ya estaba un grupo de personas uniformadas como “policías” que inició la agresión verbal y física.
Sí, uniformados como “policías”, porque hasta donde entiendo y hasta donde sé y se lee en la página de internet de la Secretaría de Seguridad Pública de CDMX, sus elementos tienen el propósito de “preservar y proteger el orden público, la integridad personal y los bienes de toda la población de Ciudad de México”. Quizá, si los verdaderos policías —los que entienden estos valores— hubieran estado ahí, esta mujer menuda, de no más de 1.55 metros, no tendría los golpes, raspones, magulladuras y rastros de sangre que le provocaron esos salvajes.
Continuó el horror.
No solo hombres uniformados la sometieron, se unieron mujeres uniformadas.Mujeres contra una mujer. Cobardemente envalentonadas en un uniforme para agredir a una joven. ‘Me llevaron por un túnel a una parte oscura’. (Por favor, D-os, que no la hayan violado, por favor, te lo suplico, que no sea lo que me temo. Por favor, que no la hayan tocado, que mi hermana esté bien).
“Justo cuando se empieza a oscurecer, una serie de policías, hombres y mujeres, me empiezan a golpear con sus cascos, me azotaron contra el suelo, llegaron unos granaderos, me empiezan a golpear también entre hombres y mujeres”.
Agredida, golpeada, pateada y asaltada
Más los “pinche pendeja, ahora qué vas a hacer” que burlonamente una mujer uniformada le dijo en varias ocasiones. Pero tú, uniformada, no esperabas que esta joven mujer estuviera lo suficientemente consciente y fuerte para ver tu apellido e inicial y pedirte que la dejaras.
Te escribo a ti L. MARTÍNEZ que, como cuenta Amalia, al saberte identificada, arremetiste con mayor brutalidad, te aprovechaste del uniforme que la SSP-CDMX te proporcionó y olvidaste salvaguardar la integridad de mi hermana. Te señalo a ti, L. MARTÍNEZ, porque debiste ser la persona y la oficial que debió evitar que mi hermana tenga el día de hoy que ir y venir de hospital y ministerio público, donde, si se lo permiten, levantará su denuncia.
“No pude levantar una denuncia, porque aquí en México, no puedes levantar una denuncia porque todos están coludidos”.
Telehit, lo hiciste mal al elegir el tipo de seguridad con la que estás trabajando. Estadio Azteca, lo estás haciendo mal porque no estás protegiendo a la gente. Policía de CDMX, lo estás haciendo mal porque estás encubriendo a un chingo de gente que golpea a las personas, golpea mujeres y ni siquiera nos protege.
La última vez que me asaltaron, un lunes a las 5 am, e intenté levantar la denuncia correspondiente, lo primero que me preguntaron tras “revisarme” de arriba a abajo fue “¿pues de qué trabaja que tiene que salir temprano?”. Hace unos años, “Pedro, el de las puertas” nos pidió una cooperación para permitirnos ver y verificar el estado de un amigo al que detuvieron ilegalmente. Recientemente al novio de una amiga le tardaron el trámite hasta que “joven, $$$, para que se lo agilicemos”.
Sí, levantar una denuncia en Ciudad de México es una puta pesadilla. Ratificarla, la misma puta pesadilla al 1000% y me quedo corta. Tratar de hallar un funcionario de seguridad no corrupto, preséntenlo.
¿Creíste L. Martínez, que la golpiza y el acoso al que tus compañeros y lobos dentro y fuera del estadio sometieron a mi hermana y a mi cuñado iba a dejar esto en una mala experiencia que solo se contaría en un círculo cerrado? No.
Dicen por ahí “somos más los buenos”. No lo sé. Pero tú L. Martínez, tocaste a mi hermana. Y no somos una familia poderosa, pero somos una familia que la ama. Y ella y su novio tienen un círculo familiar y de amigos que no los vamos a dejar solos.
Crédito: HuffingtonPost