A causa de la pandemia del coronavirus se ha incrementado en 200% la generación de residuos peligrosos biológico-infecciosos (RPBI) que desechan los hospitales, clínicas y laboratorios donde se atienden pacientes infectados, al grado de que en distintos puntos del país están apareciendo basureros covid al aire libre y sin ninguna regulación sanitaria.
Este nuevo fenómeno de contaminación ambiental tomó desprevenidas a las autoridades del ramo, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), que además no tienen la capacidad para enfrentar este problema que impacta en la salud pública.
Carlos Rius Alonso, especialista de la UNAM en desechos biológicos contaminantes, señala preocupado:
“Si en México de por sí estamos en pañales en el manejo de residuos, ahora con la pandemia los desechos contaminantes se incrementaron muchísimo… Simplemente no tenemos la capacidad para manejarlos”.
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Indica en entrevista que, para colmo, el gobierno de la Cuarta Transformación realizó severos recortes de personal en la Semarnat y la Profepa, principales encargadas de atender el problema:
“Prácticamente desarmaron a estas instituciones al quitarles mucho personal. No pueden hacer todas las inspecciones y auditorías que se requieren para atender este problema de contaminación biológica”.
Expone que el buen o mal manejo de los desechos covid incide en el aumento o disminución de los contagios.
Considera necesario el “buen manejo de los desechos orgánicos, porque ahí el virus sobrevive por mucho más tiempo. Me refiero a la sangre, a fluidos corporales, como el vómito o las expectoraciones, y también a los tejidos de órganos que se tiran a la basura, siendo que requieren incineración”.
Aparte de los “orgánicos”, las autoridades sanitarias tienen clasificados otros tipos de residuos biológico infecciosos: los “no anatómicos”, que pueden ser materiales de curación, como gasas y vendas contaminadas; los “objetos punzocortantes” de desecho, como agujas de jeringas o bisturíes; y los “residuos de cultivos y cepas” utilizados comúnmente en los laboratorios.
Apunta Rius Alonso:
“Cada tipo de residuo requiere un método distinto de eliminación para que ya no contamine. Por ejemplo, los objetos metálicos punzocortantes se someten a altas temperaturas para ser esterilizados totalmente, o bien a un proceso de fundición de metales.
“Estos procesos requieren de equipos especiales y en ocasiones resultan muy costosos. A veces resultan más caros que los materiales eliminados. Los grandes hospitales generalmente tienen contratos con empresas especializadas en eliminación de desechos.
“Sin embargo, los pequeños hospitales que se reconvirtieron a covid generalmente no tienen la capacidad económica para eliminar sus desechos, ni siquiera el personal capacitado para ir apartando sus distintos tipos de residuos, pues requieren de un manejo especial y de depósitos adecuados antes de ser sacados del hospital.”
Crédito y foto: Proceso
Por: @MTPNoticias