La gran mayoría de las personas tiene la creencia que el inicio de año, con el mes de Enero, es una nueva oportunidad para llevar a cabo proyectos que no pudo concretar durante los últimos 365 días, por lo que se toma muy en serio las primeras semanas.
No obstante, no toda la gente sabe que realmente cada uno de los meses tiene un significado diferente y que incluso no siempre fueron como se conocen ahora, en especial Enero. Ante tal situación, en MTP Noticias decidimos contar lo que sabemos al respecto.
Lo primero que hay que saber es que Enero tiene su nombre por el dios Jano, del latín Janus, representado por dos caras y el espíritu de las puertas, que significan el principio y el final. Este mes se volvió importante para los romanos, porque marcaba la conclusión y el inicio de algo nuevo.
Un dato a destacar es que Enero no siempre formó parte del calendario que conocemos en la actualidad, pues en la Antigua Roma, de donde datan los primeros calendarios que se tomaron en cuenta, solo había diez meses y su año nuevo empezaba en Marzo o Martius, el cual se dedicaba al dios Marte.
Según Diana Spencer, profesora de la Universidad de Birmingham, en Inglaterra, este mes era para la reflexión:
“Para Roma eso tenía una poderosa resonancia, pues sucede después de esos terribles días cortos, en los que el mundo está oscuro, está frío y nada crece… Es una especie de período de pausa y reflexión”.
¿Por qué Enero es el primer mes del año?
Fue hasta el 713 antes de Cristo que se añadieron formalmente los meses de Enero y Febrero, con el objetivo de completar el año lunar, que, como se sabe, se conforma por 355 días; más tarde, el calendario gregoriano implementó los 365 días y un Año Bisiesto de 366 días.
Pero, tras la caída de Roma, a Enero se le consideró como un mes pagano, por lo que los religiosos querían que el año nuevo fuera el 25 de marzo, fecha en que se conmemora el momento en que el arcángel Gabriel se le aparece a la Virgen María.
Sin embargo, la idea se desechó en el siglo XVI por el papa Gregorio XIII, quien estableció el calendario gregoriano y se ordenó que el 1 de Enero fuera oficialmente la fecha que marcaría el Año Nuevo para los países católicos; además de los cambios mencionados.