A más de un año del primer caso de covid-19 en la Ciudad de México, Rafael, un hombre de 70 años de edad, camina por las calles pidiendo una moneda a transeúntes y automovilistas para sobrevivir.
Rafael nació en la colonia 8 de agosto de la alcaldía Benito Juárez en 1951.
Nací en un barrio bravo conocido como el corral, ahí se desarrolló mi infancia, estudié en Prepa 8 en la UNAM y en la facultad de Ciencias Políticas y Sociales, estudié la carrera de Sociología. Desafortunadamente no la ejerzo. Las contradicciones de nuestro sistema de vida me orillaron a trabajar en el sistema financiero, trabajé para un banco y una afianzadora durante 35 años”, dijo Rafael, ahora empacador de supermercado.
Hasta antes de la pandemia, Rafael Ruelas trabajaba como empacador en un supermercado ubicado al sur de la Ciudad de México. Al ser una persona vulnerable al virus covid se aisló por recomendación de las autoridades.
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El encierro y la necesidad económica me estaban afectando psicológicamente e hice la reflexión de que tenía que hacer algo, ahora me ayudo boteando en las avenidas en un crucero y eso me ayuda a solventar mis gastos y los de mi esposa”.
Rafael, actualmente, tiene 35 años casado con Carolina, la mujer que lo ha apoyado durante gran parte de su vida y ahora lo motiva para salir a trabajar en las calles.
Soy una persona felizmente casada y sostengo a mi esposa, tengo dos hijos que son autosuficientes y que no los molestamos para nada porque uno no tiene hijos para que lo mantengan, al menos yo me siento con la fortaleza para salir a obtener el sustento para mi esposa y el mío y así lo hago a diario”.
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La pandemia cambió la vida de Rafael, no solo económicamente.
“Mi vida cambió de un extremo al otro y envejecí mucho, el encierro me estaba enloqueciendo, de ahí que decido arriesgarme porque al andar boteando te arriesgas. Son pocas las personas que nos apoyan, pero con eso es suficiente para sacar el sustento. La gran mayoría hasta nos insultan, nos dicen que nos pongamos a trabajar, pues lo que quiero trabajar pero resulta que cuando busco trabajo por tener 70 años pues nadie me quiere emplear y soy una persona con capacidad experimentada. Procuro ser una persona feliz a pesar de vivir de una forma limitada”.
Aún en las circunstancias en las que vive, Rafael es un hombre feliz y satisfecho.
Crédito: Excélsior
Por @MTPNoticias