La tienda de doña Jose se volvió a abrir este primero de noviembre de 2024, después de varios años de cerrar sus puertas, esta vez no fue para despachar, sino para recibirla en su primera ofrenda en Todos Santos en San Andrés Cholula.
Aquellos estantes y vitrinas se volvieron a llenar de color, los exhibidores de papas y frituras volvieron a llenarse.
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Ahí estaba doña Jose al centro del local con sus típicos arcos de tabique, no en persona, sino en una figura de plástico de tamaño real, como aquellos tiempos cuando esperaba a su clientela a un lado de su báscula y los jitomates.
El reloj marcaba las 11:50 horas del primero de noviembre del 2024 y sonó la segunda campanada en la iglesia de Santiago Apóstol, a tres calles del zócalo de San Andrés Cholula.
Hijos, nietos, nueras, yernos y bisnietos, emprenden su camino hasta la iglesia a encontrarse con la matriarca de la familia que los dejó el 29 de agosto a los 96 años de edad.
Doña Josefa atendía una tienda, era una mujer de complexión robusta, piel clara, ojos claros y unas largas trenzas de color blanco.
Tuvo 12 hijos, le sobreviven 10 y entre nietos y bisnietos se cuentan más de 60. Fue una mujer que conoció todo su país, en los viajes a los que sus hijos la llevaban.
La campana vuelve a sonar al mediodía sin parar, eso indica que ella ya está aquí, junto a las almas de todos los que fallecieron y regresan este día a reencontrarse con sus familias y disfrutar de las ofrendas que les colocaron.
Desfile de canastas y cazuelas en iglesia de San Andrés Cholula
La caravana de familiares que llevan canastas de comida, flores, incienso y al frente su fotografía camina hasta la avenida Maximino Ávila Camacho.
Entran a la iglesia y se encuentran con las familias de otros difuntos que murieron en el último año.
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En el pequeño templo, inicia un desfile de fotografías con grandes marcos, mujeres cargando canastas de comida y otras con cazuelas de mole poblano o adobo en las que cabe un guajolote completo.
Hombres y hasta niños cargan flores o ayates con ofrenda, mientras una mujer al micrófono recibe a las ánimas con un Padre Nuestro y una Avemaría.
El templo se llena de humo perfumado, es el incienso. Más de uno enmudece, sus ojos se llenan de lágrimas.
Después de unos 20 minutos, la rezandera les dice que comiencen su rosario y regresen a casa.
Así recuerdan a sus muertos en San Andrés Cholula
Alejandro Cuatlehua carga la foto de su madre, la recuerda con tristeza, pero está conforme porque le dio en vida, todo lo que pudo y no tiene remordimientos de nada.
“Mi madre conoció de punta a cola todo el país, la llevé a Cancún, Ixtapa y más”, recuerda.
Dice que era una mujer trabajadora y le gustaba bailar, el 19 de marzo todavía bailó su vals en el día de su santo.
Su silla de ruedas no le impidió moverse, lo hacía contenta, dice. Al año le celebraban dos o hasta tres veces su santo.
Siempre le gustó la música y el baile, recuerda que hace unos años no paró de bailar durante cinco horas en su fiesta donde la mayoría terminó sentado.
En casa, a doña Jose, sus hijos y nueras le dan la bienvenida, le dicen que aún la recuerdan y que mantienen su promesa de seguir unidos, aunque ya no esté.
El recibimiento es emotivo, todos abren su corazón para recordarla con cariño y agradecerle por las vivencias.
Al final, Alejandro Cuatlehua invita a su madre a la mesa, todos entran al jardín, donde una ofrenda monumental la espera. Colocan en lo alto la foto de doña Jose y comienzan a recibir a los visitantes.
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Este es el recibimiento que en San Andrés Cholula le dan a las almas de los que murieron, también se le llama la primera ofrenda, en la que reciben a sus seres queridos con grandes altares.
La primera ofrenda se convierte en fiesta, familias, conocidos y amigos, visitan cada una y entregan ceras como muestra de respeto y de que aún los recuerdan.
Los de la casa, les ofrecen un plato de comida para llevar, tamales o una bolsa de ofrenda.