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Para los fanáticos de Wild Wild Country, la festejada serie documental de Netflix, la historia reciente de San José de Chiapa les resultaría vagamente familiar. Con 8.000 habitantes, San José era un pueblito agrícola a sesenta kilómetros de Puebla capital. De repente, hace cosa de cinco años, empezaron a llegar camiones cargados de tierra. Cientos. Miles. Pasaban por mitad del pueblo y descargaban en un enorme predio a las afueras.
Nadie se quejó entonces. El gobernador, Rafael Moreno Valle, del PAN, vendió la obra como el motor que impulsaría la economía local al infinito. ¿Quién no quiere una fábrica de Audi en su pueblo? San José de Chiapa la quería.
Con el tiempo, los camiones de tierra dieron paso al fierro, las luminarias, el asfalto y al final, como salida de la nada, la fábrica se impuso en el horizonte de los vecinos. Una enorme instalación, mayor que el mismo pueblo. La joya de la industria automotriz de todo Puebla, una imagen acorde a su pujante economía. El año pasado, el estado acabó en el top 10 de regiones con mayor crecimiento económico de todo el país, el primero en actividad industrial.
Paralelamente a la construcción de la fábrica, Moreno Valle impulsó la construcción de un municipio paralelo a San José, Ciudad Modelo. Aquel llano tranquilo mutó en poco tiempo en una estupenda metáfora del mundo moderno: Si se puede, ¿por qué no hacerlo? Hoy, Ciudad Modelo, con sus departamentos nuevos, sus universidades, su auditorio, su hospital, su parque con un estanque con patos blancos, es una ciudad dentro de un pueblo. Dentro de San José Chiapa.
Gilberto Nabor, Don Gil, atiende una cocina económica en la vieja cabecera municipal. Su especialidad son las carnitas, carne de cerdo ahogada en aceite, servida sobre tortillas de maíz. Lleva allí toda la vida.
¿Ha cambiado mucho el pueblo?
No demasiado, dice: “Sólo que los que vendieron un terreno se compraron un carrito, o se construyeron su casita. Y ya”.
Don Gil mira la calle desde el otro lado de la ventana. Los adoquines, las jardineras y las farolas son nuevas. Al menos en la calle principal. El resto, polvo; barro si llueve. Extraña el contraste entre el orden impecable de Ciudad Modelo y la modernidad abigarrada del mobiliario de la calle principal de San José. Como si las farolas y demás sean una especie de premio de consolación.
“Nosotros vamos a apoyar a la maestra”, explica José, en referencia a una de las candidatas a alcalde. Dice que no es como los demás. Desde luego, no como el de Morena, hermano del comisario ejidal que negoció la venta de los terrenos a Audi, una especie de representante de los campesinos. Don Gil dice que salió ganando con la venta. Que ganó demasiado.
En cambio, asegura que van con López Obrador para la presidencia. Así, en plural. Ellos, su grupo de amigos, de gente que piensa como él en el pueblo. “Veremos qué ocurre”, cuenta.
Crédito y foto: El País