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La vida después de la elección 2018 dependerá de los líderes políticos

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El 2 de julio ¿cómo amanecerá México? Luego del desgaste electoral que polarizó los ánimos y llevó al terreno de lo personal y familiar el discurso de los partidos, ¿cómo regresar al día a día con un nuevo presidente? Académicos, colaboradores de los candidatos presidenciales y expertos opinan que la vida después de la elección de 2018 dependerá de los líderes políticos, pero también de la capacidad que tengamos los ciudadanos para tomar solo lo que abone y desechar el resto.

Tatiana Clouthier dice que hay vida después de las elecciones. Para ella, lo sucedido y lo dicho en la contienda no es personal. La información que llega en las redes sociales y por WhatsApp no se puede asumir con tanto ahínco.

“Es importante que las personas tomemos distancia. La información que polariza se debe desechar”, sugiere.

La coordinadora de campaña del candidato Andrés Manuel López Obrador asegura que es muy sencillo actuar sobre las declaraciones que acusan, descalifican, lastiman:

“Solo hay que reflexionar en que eso no suma y que no nos podemos llenar de esa energía. Yo lo que hago es simplemente no meterme en posturas estúpidas y sin razonamiento, es energía que no suma ni aporta”.

Y cuenta que algo que hace cotidianamente:

“en el foro donde me paro o en la onda virtual whatsappera, es elegir lo que veo. Yo soy responsable de la basura que me mandan o no, si me mandan algo que no sume, entonces no ensucies este espacio, es mi responsabilidad pedir que no ensucien mi espacio. Desde el tema de violencia, desde el tema de groserías, no hemos trabajado en pedir que nos respeten”.

Reconocer la diferencia

Clouthier apunta hacia la responsabilidad de los medios de comunicación. Cree que no deberían reproducir ni subir “cochinadas”, ni tampoco darle vuelo a lo que no está sumando.

“Estoy hablando de editorialistas que incitan a la violencia y a esta separación, usando adjetivos que descalifican”, explica.

Figueroa coincide en que también las redes sociales han exacerbado la polarización, y que ello responde a un contexto en donde no hay pluralidad de medios de comunicación.

“El sistema de medios está cerrado, cooptado y en algunos casos manipulado”, asegura. Como hay visiones y versiones únicas, por la fuerza las redes sociales se abren paso en un sistema cerrado.

Pero no será una tarea fácil

De acuerdo con Alfredo Figueroa, el reconocimiento de la pluralidad democrática tiene que partir no solo de los liderazgos políticos, sino emerger de “las instituciones encargadas de dar garantías en esa dirección, que muchas veces han tenido resoluciones no solo cuestionables sino claramente favorables a una u otra opción”.

Al respecto, subraya:

“Tenemos un problema institucional más gordo de lo que pensamos… con una alta polarización no hay árbitros suficientemente legítimos e instituciones suficientemente sólidas; para eso es necesario trabajar en una cultura del reconocimiento democrático como reconocimiento de la diversidad y la diferencia y no de la unanimidad y la igualdad de posiciones políticas”.

En el barco vamos todos

Pedro Salazar Ugarte, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, considera que nos toca elevar el nivel del discurso; argumentar en lugar de decir ocurrencias. Poner el umbral del debate en un nivel de altura que lo dignifique y no caer en provocaciones de aquellas voces y sujetos que devalúan y denuostan el debate político.

Es cierto, dice, que siempre hay puntos de vista distintos sobre política y, en una sociedad tan fragmentada, hay divisiones de intereses que hacen que las agendas públicas sean muy incompatibles. Lo que hay son visiones distintas de país y, tal pareciera, que la visión que uno elige, excluye a la otra porque no son comunicantes. Es fundamental, recalca, que se le reconozca dignidad a la otra parte política, no decir que es un degenerado o deshonesto.

“Somos racionales y somos civilizados, debemos saber que este barco es un barco en el que todos estamos subidos y debemos subirnos”.

A la sociedad civil organizada, explica, no se le entiende como complemento de la política pública o del Estado. Y también está el propio desprecio de la sociedad civil por el sistema político nacional.

Aunque el trabajo de las organizaciones sí impacta, no se enriquece en el Estado, “en el sentido de que complemente la política pública, se queda la discusión en las redes sociales o en el ciudadano con una posición individual. No terminan siendo jugadores que lleven racionalidad o pluralismo a la discusión política porque no se involucran”, concluye.

Crédito: Animal Político

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