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Olga Tokarczuk y Peter Handke son los ganadores del Premio Nobel de Literatura

El Premio Nobel de Literatura 2018 fue otorgado a la autora polaca Olga Tokarczuk, en tanto que el ganador de este año es el escritor austriaco Peter Handke, informó este jueves Mats Malm, secretario permanente de la Academia Sueca.

 

OLGA TOKARCZUK, LA XV MUJER GANADORA DEL NOBEL DE LITERATURA

 

Con la concesión del Premio Nobel de Literatura de 2018 a la escritora polaca Olga Tokarczuk son quince las mujeres premiadas con esta distinción por la Academia Sueca de la Lengua, que distingue anualmente “al autor de la obra literaria más notable de inspiración idealista”.

 

Tokarczuk, nacida en 1962 y que figuraba como favorita al Nobel, ganó el Nobel de Literatura 2018 en reconocimiento a la “imaginación narrativa que con pasión enciclopédica representa el cruce de fronteras como una forma de vida”.

 

El año pasado, la Academia Sueca aplazó la entrega del premio al conocerse que sobre una de las personas vinculadas a la institución recaía casi una veintena de denuncias por acoso sexual.

 

Y es que en 2018 la Academia se vio envuelta en una crisis al saberse que sobre Jean-Claude Arnault, vinculado a la institución y marido de una de los miembros de la misma, Katarina Frostenson, recaía una veintena de denuncias de acoso sexual por parte de mujeres -según publicó el diario Dagens Nyheter-.

 

Tras ser juzgado por este motivo, Arnault fue condenado a dos años de prisión.

 

Este Nobel, el premio más importante de la literatura universal, es el cuarto de los cinco instituidos por el químico e inventor sueco Alfred Nobel (1833-1896).

 

Desde su constitución en 1901 sólo se ha concedido en quince ocasiones a mujeres; la última, antes de Tokarczuk, fue en 2015.

 

La primera fue la sueca Selma Lagerlof (1909), seguida de la italiana Grazia Deledda (1926), la noruega Sigrid Undset (1928), la norteamericana Pearl S. Buck (1938), chilena Gabriela Mistral (1945), alemana Nelly Sachs (1966), sudafricana Nadine Gordimer (1991), y la estadounidense Chloe Anthony Wofford “Toni Morrison” (1993).

 

Igualmente, la polaca Wislawa Szymborska (1996), la austríaca Elfriede Jelinek (2004), la británica Doris Lessing (2007), la rumano-alemana Herta Müller (2009), la canadiense Alice Munro (2013), la bielorrusa Svetlana Alexiévich (2015) y la polaca Olga Tokarczuk (2018).

 

Los países en los que más veces ha recaído este galardón son Francia, con 15, por delante de Estados Unidos, con 12, y Gran Bretaña, con 10.

 

Un premio que ha sido compartido en tres ocasiones: el español José Echegaray y el francés Frederic Mistral en 1904; el daneses Karl Gjellerup y Henrik Ponpoppidan en 1917, y la alemana de origen judío Nell Sachs e israelí de origen alemán Samuel José Agnon en 1966. En siete ocasiones, 1914, 1918, 1935, 1940, 1941, 1942 y 1943, no fueron otorgados.

 

Los seis escritores iberoamericanos, con el español como lengua original, que poseen el Nobel son: la chilena Gabriela Mistral (1945), el guatemalteco Miguel Angel Asturias (1967), el chileno Pablo Neruda (1971), el colombiano Gabriel García Marquez (1982), el mexicano Octavio Paz (1990) y el peruano, Mario Vargas Llosa (2010, también con nacionalidad española).

 

La concesión de este premio ha motivado a menudo críticas y polémicas de oportunismo, por razones políticas u otros intereses, y se piensa que “ni son todos los que están ni están todos los que son”, dado que algunos de los distinguidos no han tenido la universalidad ni la talla intelectual de grandes como Jorge Luis Borges, García Lorca, James Joyce, Marcel Proust, Frank Kafka o Bertold Brecht, que nunca lo obtuvieron.

 

Entre los premiados cabe citar al poeta disidente ruso nacionalizado estadounidense Joseph Brodsky que lo ganó en 1987, con solo 47 años, o al egipcio Naguib Mahfuz, en 1988, el “padre” de la novela árabe moderna y primer escritor en esa lengua que obtiene el Nobel.

 

O al músico, Bob Dylan, que lo ganó en 2016, convirtiéndose en el primer cantautor en ganar el Nobel de Literatura, por las letras de sus canciones.

 

Ha habido igualmente dos rechazos, uno voluntario y otro forzoso. El escritor francés Jean-Paul Sartre rechazó el Nobel de Literatura voluntariamente en 1964, siguiendo su máxima de no aceptar ningún reconocimiento oficial, por considerarlo “burgués”. Once años después, en 1975, se expuso a todas las críticas con una rectificación e intentó recuperarlo.

 

Distinto fue el caso del Nobel ruso Boris Pasternak en 1958 cuando no puedo salir de su país, obligado por las autoridades soviéticas cuando éstas le impidieron volar a Estocolmo a recoger el premio.

 

 

PETER HANDKE, EL ETERNO PROVOCADOR

El austríaco Peter Handke, (Griffen, 1942), ganador del premio Nobel de Literatura 2019, es uno de los escritores en lengua alemana más originales y exitosos de la segunda mitad del siglo XX y, sin duda, el más polémico por su postura proserbia en las guerras de los Balcanes en los años 1990.

 

Handke, nacido en la región austríaca de Carintia de una madre de la minoría eslovena y un padre alemán, estudió derecho en la ciudad de Graz, aunque pronto se consagró en exclusiva a una vocación literaria que le ha llevado a escribir teatro, poesía, relato, novela, guión, ensayo y libros de viaje.

 

El polifacético escritor, que sigue cultivando su clásico aspecto de dandy, con el pelo largo peinado hacia atrás, bigote, perilla y gafas, vive desde hace más de 25 años en las afueras de París.

 

Caminante infatigable y amante del silencio, ha viajado en numerosas ocasiones por España y en sus obras aparecen referencias a esas experiencias y a la literatura española.

 

Desde sus primeros escritos su obra giró alrededor de la fragilidad del lenguaje, la dificultad de la comunicación humana, el sentido de la existencia, la soledad y el desarraigo.

 

Conocido en sus inicios por su irreverencia y su espíritu provocador, la primera obra como dramaturgo con la que consiguió reconocimiento fue “Publikumsbeschimpfung” (“Insultos al público”, 1966), en la que cuatro actores analizan la naturaleza del teatro y se dedican a insultar al público y a elogiar su propia actuación.

 

La obra fue un escándalo y expuso el afán vanguardista de Handke, que exploró esa faceta en otras piezas, sin trama convencional, sin personajes lineales o sin separación entre actores y público.

 

Entre sus primeras obras como dramaturgo destaca también “Kaspar” (1968), que presenta el caso de Kaspar Hauser, un adolescente del siglo XIX que creció totalmente aislado y al que la sociedad destruye al imponerle su lenguaje y sus valores racionales.

 

Su consagración llegó con su novela más conocida: “El miedo del portero ante el penalti” (1970), de tono existencialista, en la que se relata la historia del antiguo guardameta Josef Bloch, después de ser despedido de su trabajo como mecánico.

 

La novela fue llevada al cine por su amigo el director alemán Wim Wenders, con quien ha realizado seis proyectos, como el guion de “Wings of Desire” (1987).

 

La última colaboración ha sido “Les beaux jours d’Aranjuez” (2016), basada en una obra teatral homónima y con título sacado del Don Carlos de Friedrich Schiller.

 

En otro de sus grandes títulos, “Desgracia impeorable” (1972), Handke recrea la vida y el suicidio de su madre, a los 51 años, con un lenguaje austero en el que es considerado el mejor texto para introducirse en el universo del autor.

 

Otras novelas destacadas son “Carta breve para un largo adiós” (1972), “La mujer zurda” (1976), “El chino del dolor” (1983), “La tarde de un escritor” (1987) o “El año que pasé en la bahía de nadie” (1994).

 

Al igual que otros grandes escritores austríacos, como Thomas Bernhard o la Nobel Elfriede Jelinek, Handke ha tenido una relación tortuosa con su país, que abandonó a finales de los 80 para vivir en Francia.

 

La polémica marcó la vida de Handke a partir de la publicación de “Un viaje de invierno a los ríos Danubio, Sava, Morava y Drina, o justicia para Serbia” en 1996.

 

Los críticos han considerado esa obra como un panfleto proserbio y algunos sostienen que llega a poner en cuestión el genocidio de Srebrenica, en el que en 1995 fueron asesinados unos 8.000 varones musulmanes por las fuerzas serbobosnias.

 

Handke ha negado que cuestionara o minimizara esa matanza y ha asegurado que solo se limitó a criticar que se hubiera demonizado a los serbios y se les achacase todos los males de la guerra.

 

Algunos intelectuales, como Jelinek y Wenders, han defendido a Handke y criticado lo que consideraron una campaña de difamación por pensar a contracorriente.

 

La polémica creció años después con su defensa del autoritario presidente serbio Slobodan Milosevic, a quien incluso visitó en su cárcel de La Haya en 2004 cuando era juzgado como criminal de guerra y en cuyo entierro tomó la palabra en 2006.

 

En un ensayo publicado en una revista literaria en 2005, titulado “Las Tablas de Daimiel”, negó la legitimidad del Tribunal Internacional para la Antigua Yugoslavia para juzgar a Milosevic y reiteró que los serbios son las auténticas víctimas de la guerra y de los bombardeos de la OTAN en 1999.

 

Estas expresiones hicieron que perdiera muchas simpatías y en 2006 la concesión del Premio Heine, dotado con cincuenta mil euros, desencadenó una enorme polémica en Alemania.

 

Handke renunció finalmente al premio y en 2014 también rehusó la dotación económica del Premio Internacional Ibsen tras la polémica que causó en Noruega su elección.

 

Crédito: Excélsior 

 

Fotos: @fuedicho y @megustaleerarg

 

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