Maquillada y con un vestido blanco, Silvia Coyopol bailaba la víbora de la mar con su padre, primos y varios compadres de la familia en la casa de su hermana en el centro de San Andrés Cholula.
Era su “boda” esa noche del 11 de noviembre de 2022, solo que ella estaba en un cajón, muerta.
El día de su funeral se convirtió en una fiesta en la que además de café y pan, hubo banda de viento y un ritual, ya que la creencia en la zona de Cholula es que quienes no llegaron a contraer matrimonio en vida y ni tuvieron hijos, no hay que dejarlos irse así, “puros”.
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En medio de su duelo, los familiares gastan en esta fiesta como parte de un consuelo de que el difunto “no se vaya triste” o que cumpla su “sueño” de casarse, aunque nunca hayan tenido ese objetivo.
En el caso de Silvia, quien murió a los 37 años de edad a causa de varias enfermedades que contrajo desde niña, no se sabía si alguna vez anheló casarse o no.
Entre el sí o no, sus familiares la bailaron, cargándola dentro de su ataúd en los hombros y al ritmo de la música de viento, hubo vals, ‘la víbora de la mar’ y ‘el baile de los popotes’.
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La costumbre es que mientras los hombres tienen la fuerza física para cargar el ataúd, las mujeres y niños hacen una rueda alrededor del féretro y se toman de las manos para bailar el vals.
Mientras unos bailan, familiares o padrinos de bautizo de la muerta (si aún viven) arrojan dulces a los que participan en el velorio-boda.
En el caso de Silvia, familiares con los que platicó MTP Noticias, dijeron que era una manera de “alegrar” la última noche, era el último adiós, previo al entierro.
Entre el llanto, los familiares bailan y “conviven” con el cuerpo presente, como una forma de despedirse.
A Martín también lo casaron previo a su funeral
Martín Santos tenía 21 años de edad, cuando falleció en un accidente en marzo de 2014, en San Andrés Cholula.
Su pérdida la sufrieron sus padres, hermanos y primos. Cientos de personas llegaron a su velorio la noche en la que lo casaron.
Primos, amigos y compadres lo cargaron dentro de su ataúd, para bailarlo en el patio de tierra de la casa de sus padres.
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Martín estaba soltero cuando murió y el deseo de su familia fue “casarlo”, aunque esa no fuera su última voluntad.
Porras y aplausos no faltaron mientras los presentes recordaban los momentos más alegres que pasaron con él.
¿Por qué casa a los muertos que no se casaron en vida en Cholula?
Se trata de una tradición milenaria que causa sorpresa o incluso “miedo” a algunos cuando se enteran.
¿Por qué lo hacen?, el consuelo de las familias en duelo es que ella o él no se vaya “al otro mundo”, sin su boda, haya soñado o no en vida, en contraer matrimonio.
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Se aplica parejo para todos: tanto para quienes mueren en bebés, niños, adolescentes o adultos. A todos los bailan en vals, a la víbora y con el baile de los popotes.
Este último consiste en que los padrinos de bautizo o familiares reparten popotes (ramas secas) decorados con flores con los que entran bailando de la calle a la casa, con el ataúd y avientan dulces.
Durante el ‘baile de los popotes’, la banda toca un vals y mientras los asistentes bailan en círculo tomados de las manos, los familiares cercanos del difunto pasan a bailar el ataúd.