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Reconozcámoslo, a veces no hay nada como hacer las cosas uno mismo para conseguir determinados resultados, y la sexualidad no escapa a esta regla. Elvis Presley, el sex symbol de toda una época, que hubiera tenido a media humanidad dispuesta a complacer sus demandas eróticas, reconocía que, en el fondo, lo que más le gustaba, sexualmente hablando, era masturbarse.
Uno se conoce a sí mismo mejor que nadie y sabe que atajos tomar para llegar antes a su destino. Pues no siempre se tienen ganas de seducir a alguien, de hablarle de sus gustos, de familiarizarse con cuerpos extraños, o de tratar de buscar la extrañeza en los que hace ya tiempo que nos resultan excesivamente familiares.
El sexo en solitario hace tiempo que dejó su connotación más negra, triste y fracasada para pasar a convertirse en una actividad lúdica y, estrictamente necesaria para conocerse a uno mismo. Las citas con los propios genitales jamás nos defraudan: son puntuales, nunca llegan tarde, y, aunque también tienen sus días bajos, son como esas viejas amigas a las que se les perdona todo porque su presencia siempre nos deja buen sabor de boca.
La naturaleza es sabía y, fíjense si no será importante el sexo, que nos proveyó de un kit de supervivencia para poder tener vida sexual hasta en las condiciones más extremas y cruzar los desiertos o las tundras de la soledad sin renunciar a la dimensión erótica.
Son los ‘solosexuales’ que cuentan ya con su signo –el masculino con la flecha dentro del círculo– y numerosas páginas web, además de foros y hasta música para llegar al éxtasis sin compañía. Dentro de este colectivo caben todas las orientaciones sexuales: homosexuales, heteros o bisexuales, siempre y cuando se observe la máxima de que dos son, aquí, multitud.
Según la sexóloga y psicóloga Ana Sierra, con consulta en la Fundación Sauce, en Madrid, menciona que:
“En la sexualidad nada es anormal, el problema es cuando algo se hace exclusivo y anula a todo lo demás, cuando se buscan siempre los mismos estímulos. En el caso de los solosexuales, en los que se han suprimido las relaciones con otros, puede que exista en el fondo una causa que evite el contacto, puede ser una mala experiencia o frustración de una relación anterior, el miedo al compromiso, al fracaso o a no estar a la altura e, incluso, el temor al contagio, a contraer enfermedades venéreas”.
“Es, en cierta manera, una vuelta a la etapa más infantil del sexo y cuando leo que muchos solosexuales se masturban en grupo, me recuerda a las practicas adolescentes, en las que los chicos hacen quedadas masturbatorias, que tienen también su lado didáctico, de aprendizaje”.
Existe también toda una parafernalia de inventos para evitar la auto satisfacción que se crearon a lo largo de la historia como jaulas genitales con resortes para mantener el pene y el escroto en reposo, dispositivos que se disparaban con la erección y que aplicaban descargas eléctricas, mitones metálicos para cubrir las manos infantiles o protectores para la vulva.
El sexo con uno mismo estaba al lado de la autonomía, incluso la autarquía. Y ya no era algo reprehensible o aterrador sino liberador, benigno y atractivo”. Ya lo dijo Britney Spears, en su canción Touch of my hands, todo un himno al autoerotismo, “ I love myself/ It’s not a sin/ I can´t control what’s happening”.
Crédito: El País