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Érase una vez, en un país muy, muy lejano… ¡No, espera! Es en México, en la Sierra Norte de Puebla, donde se hallaeste pueblo mágico que parece haber salido de un cuento: Cuetzalan.
Escondido entre la niebla, está Cuetzalan. Grutas, ríos subterráneos, cascadas y ruinas rodean este sitio. Entre calles laberínticas y fachadas adosadadas, sus habitantes reciben a cada viajero con singular simpatía. Los escalones de la Plaza Principal semejan la entrada a un reino de otro mundo. Al fondo se yergue altísima, con su estilo gótico y románico, la torre de la Parroquia de San Francisco de Asís. Frente a ella se alza, la cual veleta gigante, el poste de los voladores de Papantla a la espera de la danza ancestral heredada por los totonacas.
Aquí las mañanas transcurren en calma entre el ir y venir de mercaderes y marchantas, entre cestas de jonote y telares de cintura del Mercado de Artesanías Matachiuj. Los domingos que son de tianguis, hay de todo: frutas, pan de dulce, especias, hierbas que curan cualquier achaque y padecimientos graves, quesos frescos y añejos, rebozos de lana, bolsas de mimbre, vestidos bordados a mano y hasta café de grano.
Para los paseantes ávidos de ilustración, la Casa de Cultura y el Museo Etnográfico Calmahuistic preservan tesoros arqueológicos de Yohualichan, trajes de danza y fotografías en blanco y negro. Cuando se acerca la hora de la comida , el olor ahumado de la cesina impregna todo. Es complicado decidirse entre el pollo con mole, pipián ranchero, tlacoyos o los frijoles con xocoyoli, una planta silvestre del monte.
A unos cuantos minutos del centro está el mariposario y el Jardín Botánico Xoxoctic, donde estas criaturas aladas vuelan sobre orrquídeas, helechos y plantas medicinales. Para pasar una noche bajo las estrellas y despertar entre cafetales en un palafito (una casa de campaña sofisticada con cama y terraza) hay que llegar aa la comunidad El Cuichat y preguntar por la Reserva Azul: un lugar en medio de la naturaleza consagrado a los sueños.
Si nunca has visitado Cuetzalan te has perdido de uno de los grandes encantos de Puebla. Así que la próxima vez que no sepas qué hacer en fin de semana, ni te lo pienses, visita este agradable rincón de la Sierra.
Imperdibles
-El Taller de la familia Posadas, podrás ver cómo se fabrican los penachos que se usan en la Danza de los Quetzalines.
–La Peña Los Jarritos y el Lienzo Charro El Potrillo, en ambs sitisos se llevan a cabo danzas tradicionales. Además hay lugares para cenar o tomar un trago.
-El restaurante Las Ranas, en el Mercado Artesanal. Pide el café Tanesik, elaborado por mujeres indígenas.
-A siete kilómetros al norte de Cuetzalan, está Yohualichan, un centro ceremonial con basamentos piramidales.
-Para que los amantes de lo incierto y a la aventura quedan las caídas de agua El Salto o Las Golondrinas, donde se puede nadar, practicar rapel y tiolesa. También está la Cascada Corazón del Bosque y, para los que no temen a la oscuridad las grutas Atepolihui y Chichicazapan.
Crédito y fotos: México desconocido