Rosa María Lechuga
Mi ojo se abre lentamente, son las 6:30 am aquí en París. Ha sido una noche larga, la « noche de la fervorosidad y del Guadalupanismo », mi teléfono no ha dejado de sonar y tuve que apagarlo por ahí de las 2 de la mañana. Checo las noticias y veo que las redes se inundan con una de las escritoras francesas más vendidas y reconocidas, Virginie Despentes es trend topic y Google -y Francia- lo sabe.
Su artículo, intitulado “A partir de ahora, nos levantamos y nos largamos” en Libération, ha dejado un mal sabor de boca entre la “élite masculina del cine y de la política francesa” al reafirmar lo que todos sabemos, el abuso de poder desmedido y la injusticia.
Muy ad hoc con todo lo que ha pasado en el agitado fin de semana en París, en el mundo. Los malogrados Césars, las manifestaciones del sábado 29 de los “Chalecos Amarillos”, el albazo del gobierno francés que por decreto, aprueba las reformas al sistema de pensión francés el mismo día, un domingo lleno de performances “culturales” como una nueva forma de contestación política y por si fuera poco, el vecino Erdogan, orillando a miles de migrantes a las fronteras griegas.
París arde, Europa arde, México arde y las mujeres hemos decidido formar parte de esta “purga” porque estamos hartas del rol secundario al que han querido relegarnos.
Lo que pasó en la Salle Pleyel el viernes por la noche no dista mucho de lo que nosotras vivimos todos los días. Veamos :
Para la realización de la película « J’accuse » de R. Polanski se reunieron 20 millones de euros, de diferentes mecenas. Después de ello, la realización del filme y lo que significa en términos de trabajo para muchas personas. Promoción, difusión y exhibición en las salas de cine a nivel mundial. Después los reconocimientos en los diferentes festivales de cine.
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Es un machismo disfrazado de trabajo, arte y economía. De entrada por el presupuesto que se le da, 20 millones de euros y luego, por todo el apoyo para el proceso restante que recibe, hasta premiar a quien el sistema no sólo protege sino que recompensa. Un sistema cómplice. El patriarcado, ya se vio, sigue vigente.
Para nosotras no es distinto si lo trasladamos al escenario que sea, cultural, familiar, laboral, personal, deportivo, político, asociativo. ¿Quién tiene acceso a los mejores puestos con mejores salarios? Y si tenemos suerte, en la alta jerarquía, ocuparemos un lugar aunque no con el mismo sueldo.
En México, sólo 9 gobernadoras han sido electas desde 1979. En 40 años, sólo nueve. Lo mismo pasa en la cultura. Para el año el Fondo Nacional de la Ciencia y el Arte (FONCA) 2018-2020, hubo un total de 200 becas, de ellas, 141 para hombres y 49 para mujeres.
Porque no importa de qué ámbito se hable, quien ordena, quien toma las decisiones, quien debe ser la cabeza de las instituciones, quien debe mandar y quien debe seguir siendo omnipresente, es el hombre.
¿Los medios ? También están tomados por ellos.
Un sistema hecho y creado para defender sus intereses, no los de la sociedad en general y ya ni hablar de los feminicidios, tan sólo escribir la palabra, me provoca náuseas.
La historia no miente, porque esto no es un problema actual, es una realidad que se creó a imagen y semejanza poco a poco por los « hombres del sistema », por quienes llevan de la mano el sistema político mexicano :
Carlos Salinas de Gortari, con su neoliberalismo. Ernesto Zedillo con una crisis económica que guardó silencio cuando comenzaba a escucharse a las muertas de Juárez, Vicente Fox tibio y sin pena ni gloria, Felipe Calderón no hizo más que agregar al problema, el narcotráfico y con Enrique Peña Nieto, parece que esos 6 años fueron una enorme pausa donde no se hizo nada.
¿Y la mujer ? Silenciada, violentada, menospreciada, excluida, segregada y dividida.
Silenciada, porque es lo que te enseña el sistema, porque si levantas la voz, te enseñan que no vale y que te pueden silenciar, Lydia Cacho, Miroslava Breach y Abril Pérez Sagaón, son tres ejemplos de ello.
Menospreciadas porque se piensa que si no somos madres, no nos casamos, no tenemos valor para la sociedad y si se es madre soltera, eres una equivocación para el sistema, mientras que un hombre que decide lo mismo, no es padre, ni es casado, no hay problema, ni señalamiento, es su decisión y se acabó. Y quien es madre, limitarse a ese rol y si se sobrepasa, para realizarse como profesionista, es una egoísta.
Excluida y segregada, porque el sistema insisto, está hecho por y para ellos, Yalitza Aparicio es la mejor prueba de ello y de cómo un color de piel puede cambiarlo todo. De acuerdo al Instituto de Mexicanos en el extranjero, el 53% del total de mexicanos en el mundo, son mujeres. Tendencia que no ha cambiado desde los años 2000.
Divididas porque para el sistema es mejor que nos enfrentemos unas con otras, por el aborto, por la pastilla anticonceptiva, por la educación de los hijos, por la profesión, porque si eres o no prostituta, porque si has ganado un puesto por tus dotes físicas, porque si eres o no feminista, por todo.
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¿Quién nos defiende ? Hay un silencio ensordecedor tanto de las instituciones, como de los gobernantes y de la sociedad.
Pero a partir de ahora, ¡ Nos levantamos y nos largamos ! Es la única manera de encontrar una sociedad justa y equilibrada.
¡ Nos levantamos nauseabundas ante el sistema injusto donde hemos sido educadas e instruidas !
¡ Nos levantamos para quemarlo todo !
¡ Nos levantamos para denunciar la represión a nuestra sexualidad ! ¡ A nuestra feminidad !
Porque tenemos la capacidad de seguir subsanando nuestro pasado y nuestro futuro, trabajar sin descanso, saber negociar, impulsarnos entre nosotras, ser « Perlas » y si para ello es necesario empezar de cero una y otra vez, empezaremos de cero una y otra vez, las que sean necesarias.
Y si para ello hay que quebrar el sistema, ¡ lo haremos !
Y con la cabeza en alto y con los tacones bien puestos.
Porque se lo debemos a nuestras abuelas y a nuestras madres, cuyas condiciones fueron mucho más adversas y difíciles en cuestión de igualdad y ejercicio de derechos tan básicos como el voto.
Porque no nos quedaremos calladas.
Porque alzaremos la voz.
Porque somos madres, amigas, hijas, esposas.
Porque queremos justicia para las demás.
¡Porque somos libres!
¡Porque somos mujeres!