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El día que Claudia Rivera tampoco tuvo un plan para afrontar la derrota

“La esperanza continúa”, decía la edil con licencia, Claudia Rivera Vivanco, durante su campaña llena de tropiezos y violencia en contra de reporteros incómodos, hasta que llegó el 6 de junio y su búnker se silenció, quedó como el barco que se va hundiendo y en el que… todos escapan.

En el fondo del Hotel Quinta Real Puebla, en uno de sus salones más recónditos, a las 5:57 de la tarde ya solo había nueve personas del partido Morena, tres de ellas comiendo los bocadillos gourmet y bebiendo de las botellas de agua y refrescos.

Otras tres estaban cuchicheando cosas inaudibles hasta que se sintieron escuchadas por algunos trabajadores de la prensa que ahí se encontraban y empezaron a hablar de su familia, de los rasgos característicos de ellos; las últimas dos estaban inmersas en sus respectivas laptops, ocupadas, sin despegar de ellas la vista.

A esa hora, las encuestas de salida ya daban como ganador al panista Eduardo Rivera Pérez con al menos 14 puntos, lo que comía más las ansias de los reporteros en saber si Rivera Vivanco saldría a reconocer la derrota o no.

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Uno de esos reporteros preguntó a una de las encargadas de comunicación social de la morenista, pero dijo que en ese momento no tenían idea, pero que preguntaría. Así se incrementó la incertidumbre, aún más la tristeza y el discurso de siempre, de no tener un control de las cosas, una organización estable.

En su rostro refleja elespanto ante las preguntas de la prensa, pero prefirió preguntarles a sus compañeras de partido si ya habían comido, en señal de que guardaran sus cosas y salir del lugar. Escaparse de los preguntones fue la solución.

Los reporteros, inquietos porque todo su equipo se retiraba, preguntaron de nuevo si tendrían evento y mencionaron que sí, pero no sabían a qué hora, por lo que solo se irían a comer, por lo que entre cuchicheos la prensa dijo “yo creo que ya no regresan, seguramente fue su pretexto”, pues están acostumbrados a esas salidas con escape para evitar a los medios.

Solo una persona adherida a Morena se quedó y con un cigarro electrónico, y desde su computadora con una altivez en su rostro, preguntó a los reporteros “¿Quién de la capital gana?” y todos se quedaron callados, hasta que alguien en la esquina dijo “pues tú dinos a eso venimos” y comenzaron las risas.

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A las 7:12 de la noche sí llegaron a dar una postura, pero no era Claudia, eran los dirigentes del partido, que casi sin hacer ruido, atravesaron todas las mesas largas de la sala de prensa y en voz bajita y medio apenados, dijeron que esperarían los datos de los encargados de distritos para dar un posicionamiento y se retiraron así como llegaron, en silencio.

Dieron las 8:00 de la noche y los reporteros comenzaron a sintonizar sus teléfonos en sus medios, la sala callada ahora resonaban unos mariachis, ahí, una de las adheridas al equipo de Vivanco, preguntó enojada “¿de quién es la música?” y de lejos le contestaron que el sonido provenía de la transmisión en vivo de Eduardo Rivera Pérez, por lo que respondieron con un “ah, está bien”.

Después de 20 minutos, tres personas del partido, comentaron que se irían “ya vámonos, si no qué hacemos acá”, y enojadas agarraron sus bolsas, quitaron sus teléfonos de los conectores y se fueron.

Incluso la ubicación de su búnker parecía que fue planeado para evitar cualquier disturbio, cualquier escándalo, pues un lugar lleno de huéspedes –según los de seguridad del hotel- debía estar en silencio, incluso, los vigilantes del lugar pidieron al personal de Claudia que dispersaran a los medios que ya eran más de 25.

Dieron las 9:35 de la noche y no llegó Claudia, solo algunos integrantes de su planilla como Leobardo Rodríguez, quien por estar en la primera posición, ya aseguró su lugar. Fue el encargado de decir que “la dignidad del partido quedó intacta”, sin reconocer el triunfo del panista, Eduardo Rivera Pérez, a quien en campaña llamaron “priista” como una forma de denostarlo

El anuncio fue que esperarían los números oficiales del Instituto Electoral del Estado (IEE) para que su candidata, Claudia, diera la cara a los medios, que solo con datos en la mano fijaría una postura, antes no, anticipando que no buscarían ganar en la mesa si se perdió en las urnas.

Aunque hicieron creer a los representantes de los medios de comunicación que a lo mejor Rivera Vivanco hablaría antes de la media noche, ni bien salieron del salón Leobardo, Magaly y compañía, personal de seguridad sacó de ahí a los reporteros con la certeza de que se había acabado el tiempo de renta del espacio. Que ya se fueran todos de ahí.

“Sí nos corrieron feo, muy gacho, pero era claro que no saldría a dar la cara”, repeló uno de ellos mientras se enfilaban hacia la puerta de salida.

Todos los que fueron corridos del salón, recordaron que fue lo mismo durante su campaña, donde se protegió con cercos humanos para que los medios no se le acercaran, evadía a la prensa y en los últimos días, decidió que sus brigadistas los alejaran a empujones ante preguntas incómodas para ella, para Claudia, la perdedora de esta elección.

Así, cerró la jornada electoral con ausencia, tristeza y sin la cara en alto, escondida, no hubo estrategia ni para afrontar la derrota.

 

Por  Mitzi Pulido Tzompa/ @Mitzi_Pulido

Buen fin Viaja a CDMX
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