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Al cumplirse un mes de las campañas locales en Puebla, hoy se da a conocer que el candidato a gobernador de la coalición Juntos Haremos Historia, Luis Miguel Barbosa Huerta, construyó un rancho en la Sierra Negra de Puebla.
El diario 24 Horas Puebla informó que se llama Rancho San Miguel Tepequexpan, el cual edificó en los últimos años –que coincide su etapa senador de la República- y en el que incluyó un helipuerto para aterrizar en helicóptero, porque no entra en vehículo.
Esto dice la nota del referido medio de comunicación:
“Es un santuario. Un castillo. Un refugio de lujo en medio de la sierra más empobrecida y virgen de Puebla: la Sierra Negra”.
Apostados en cuatro torres de vigilancia, hombres armados resguardan la entrada al palacio. Los altos muros de piedra, sobre los que refulgen las palabras ‘Rancho San Miguel Tepequexpan’, impiden ver cualquier cosa, salvo el sendero empedrado que conduce a una pequeña capilla, informa 24 Horas Puebla.
Este santuario es de Miguel Barbosa Huerta. Antes dijo que el inmueble había pertenecido a su familia “desde hace 100 años”, pero pobladores de la región, obreros que participaron en su reciente remodelación, ponen en duda lo dicho por el candidato al gobierno de Puebla por la alianza Juntos Haremos Historia (Morena-PT-PES).
El terreno, sí, existía desde la época de la Revolución, narra uno de ellos. Se litigó por años, porque sobre él se extendía una hermosa finca de 300 hectáreas de la que no quedó nada, puros muros derruidos y huérfanos: el rastro de un pasado esplendoroso.
Todo seguía igual hasta hace tres años. Sobre los vestigios, Barbosa Huerta ordenó la construcción de su castillo y, por dentro, las paredes y los pisos fueron cubiertos con cedro rojo y caoba.
“Con decirte que hasta se mandó a hacer un helipuerto, porque él llega en helicóptero, no en carro”, me dice por teléfono uno de los obreros que participó en la remodelación.
Juan —llamémoslo Juan— teme por su integridad y prefiere que en esta entrevista se mantenga como anónimo o con cualquier otro nombre. Él militó en Morena hasta que conoció el reparto de candidaturas del partido en aquella región: todas, según él, impuestas por Barbosa Huerta.
Es un excluido en el partido. Y así, precisamente, consigo su contacto: a través de la activista Violeta Lagunes Viveros, quien lidera el frente de excluidos por Morena.
El santuario, me dice Juan —o Pedro, o Luis, o Ricardo—, se encuentra a la mitad del camino que va de San Miguel Tepequexpan, en Zoquitlán, a la localidad de Huitzamaloc, en Ajalpan. En Google Maps no aparece ninguna localidad con estos nombres. Pero ya lo hemos dicho: esta es la región más impenetrable del estado.
Cuando Juan entró al rancho, hace tres años, en el lugar ya había ganado. “¿Puercos, cerdos, cochinos, marranos?”, bromeo con él, jugueteando con una de las frases más conocidas de Andrés Manuel López Obrador, pero él se toma la pregunta en serio y me responde:
“Pues vaquitas también. No sé cuántas, la verdad no las conté”.
Hace menos de un año, el 11 de julio de 2017, le pregunté a Barbosa Huerta por la existencia de este rancho. Lo hice porque, meses atrás, un grupo de activistas y pobladores de la Sierra Negra forjó un frente contra la construcción de una hidroeléctrica en los municipios de Coyomeapan, Zoquitlán y Tlacotepec de Porfirio Díaz.
La hidroeléctrica era proyectada por la empresa minera Autlán, cuyos helicópteros —acusaban los opositores— aterrizaban en el Rancho San Miguel Tepequexpan.
El senador con licencia no negó la posesión del inmueble, pero sí las acusaciones de los activistas cuando mencionó:
“Para nada. Están locos. No manches. Ese rancho está en medio de los cerros”.
Pero ayer, mientras Barbosa Huerta recorría la Sierra Negra, cometió un desliz. En un intento por dejar en claro que él tiene raíces en esta tierra, durante su primer evento político realizado en Tlacotepec de Porfirio Díaz, dijo lo siguiente:
“En estas tierras tengo parientes, compadres y comadres. Tengo conocidos. Tengo propiedades. Me siento parte de este lugar. No soy ajeno. No soy ajeno”.
La cita sería inocua de no ser porque, en su declaración patrimonial, el ex perredista no reconoce ninguna propiedad en la Sierra Negra. Los cuatro inmuebles más cercanos que posee junto a su esposa se encuentran en la ciudad de Tehuacán, a unas cinco o seis horas de distancia de esta zona.
El castillo no figura en el listado. Como si su exacerbado lujo pudiera desaparecer en medio de la pobreza de la serranía”.
Fotos: Especial