Adorador de la santa muerte, de la música del Cártel de Santa y las armas, así es Arturo o Charrir, el hombre que se encuentra detenido como probable responsable del feminicidio de su hijastra Kimberly de 6 años de edad, en el municipio de Atlixco.

Es pareja de Ruth, madre de la menor, también está detenida, y además, a decir de sus vecinos, maltrataba a su madre quien es sordomuda.

El cuerpo de Kimberly, fue ingresado el viernes al Complejo Médico Gónzalo Río Arronte por la pareja, con el pretexto de que se había lesionado la cabeza tras caer de una silla.

Lee: Padrastro viola y mata a Kimberly de seis años en Atlixco

Al ser valorada por los médicos, éstos encontraron signos de violencia extrema y agresión sexual. El pequeño cuerpo tenía quemaduras de cigarro en la espalda.

Los médicos dieron parte a la Fiscalía General del Estado, quienes aseguraron a la pareja en el Complejo Médico Gónzalo Río Arronte, señalados como probables responsables del feminicidio de la pequeña.

Arturo manejaba dos perfiles de Facebook, desde donde ha mostrado su gusto por las armas, su devoción a la santa muerte, a la mariguana y las pandillas.

La última publicación que hizo fue hace cinco días, donde posteó una foto con ña leyenda: “Te quiero hasta el infinito y más allá”, sin etiquetar a nadie.

Ruth ya había abandonado a sus hijos y maltrataba a su madre

Tras la detención de Ruth, algunos de sus vecinos alzaron la voz para exigir justicia y evidenciaron los antecedentes de maltrato que supuestamente ejercía esta mujer en contra de su madre, quien es sordomuda.

Además de Kimberly, Ruth tiene otro hijo menor de edad, quienes hace tiempo estuvieron al cuidado de su abuela materna, quien pepenaba cartón para venderlo.

Algunos vecinos aseguran que incluso le regalaban comida para que los pequeños pudieran comer, pues tenían muchas carencias.

Ruth vendía calcetines y hace poco entabló una relación con Arturo. Hasta ahora la Fiscalía no ha dado detalles del aseguramiento de esta pareja y de las acusaciones que se les imputan.

 

Por Alfredo Ramírez