Luego de más de un año y medio de la fatídica noticia de Wuhan, el mundo entró en una verdadera crisis, nuestro modelo socio económico, cultural, de salud y educativo se colapsó.
Sería ingenuo quedarnos con una simple reflexión de las causas que siguen estremeciendo al mundo; también debemos abordar el impacto y daños colaterales que seguirá ocasionando esta crisis sanitaria.
Al interior de nuestro sistema educativo hemos obtenido varias lecciones, una de ellas que es la que verdaderamente impacta es que nuestro sistema educativo nacional no está listo para hacer frente a las nuevas necesidades que el mundo exige; el aprovechamiento escolar fue en decremento y se agudizó la brecha del aprendizaje debido a las desigualdades educativas demandadas por la nueva modalidad a distancia y ocasionada por las diferencias socioeconómicas de las familias mexicanas.
Sobre la educación y la pandemia, tenemos que retomar la primera acción que implementaron los gobiernos del mundo: el cierre de los centros educativos y el intento de poner en marcha la educación vía plataformas digitales; medida que dio respuesta a un pequeño sector social, pues la mayoría de la población cuando menos en territorio latinoamericano y nacional indica que la utilización de dichas plataformas fue como mera práctica de educación emergente donde invitaron a la migración de las aulas físicas a la ocupación de aulas virtuales. Y así, bajo este orden de ideas, el escenario familiar fue abruptamente violentado por la incorporación y designación de espacios físicos destinados a la “educación”.
Esta nueva forma de modelo educativo no sólo trastocó los espacios familiares, pues, aunado al tema del confinamiento, se sumó el tema de volver las casas en “centros educativos virtuales”, hecho que originó un reacomodo físico y psicológico en el entorno familiar.
Los problemas a los que nos hemos enfrentado como sociedad no sólo van en el sentido del tema familia y alumnos sino también afecta al personal docente; las medidas “emergentes” de las instituciones educativas en su mayoría nulas o poco acordes a los retos que demanda el tiempo de pandemia convirtieron a los docentes en empleados 24/8 (horas/días de la semana) y la remuneración sigue siendo la misma; el trabajo prácticamente se ha duplicado o en ocasiones triplicado.
Si bien es cierto que se ha ponderado la salud de las personas, la reflexión obligada sería sobre la nueva generación de egresados de todos los niveles académicos; este grupo que pudiéramos llamarlo “generación C19”, ¿Podrá satisfacer las necesidades laborales del mercado? ¿Tendrán los conocimientos básicos para dar el paso rumbo a la educación superior? ¿Cómo impactarán los índices de deserción y reprobación no sólo en los indicadores educativos? ¿Cuál es la estrategia nacional y estatal (no de respuesta emergente) al nuevo discurso educativo y pedagógico? ¿Cuáles serán los criterios de evaluación?
Finamente, si concebimos la educación como un derecho asentado en nuestra Carta Magna, las autoridades en materia educativa deben anticipar los trabajos de investigación y los análisis documentales de las experiencias educativas en favor de nuestra sociedad.
Al tiempo…
Por Mayra Sánchez García / @mayrusmayrus7
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