Por Julieta Cerezo
No se extrañe si en estos días su televisor está inundado de películas infantiles;Mickey por aquí, tal vez un vaquero y un astronauta (Woody y Buzz) por allá, o tal vezse atravesará en la pantalla alguna princesa con talento irreal para el canto que habla con animales del bosque, recuerde que ya casi es Día del Niño y es la oportunidad – o pretexto – para recordar los clásicos animados.
Érase una vez, una época en la que batallones de dibujantes pasaban horas creando lo que apenas sería un minuto de movimiento en pantalla, y aunque con la animación por computadora el proceso para crear un largometraje familiar continúa siendo un ritual, lo cierto es que sin los que ahora son “clásicos”, imperios como Pixar o Dreamworks no existirían, y la primera gran entrega de la casa Disney en este rubro fue la historia de la princesa que era enemiga de las manzanas, la huérfana cantante y amiga de la naturaleza, acosada por su malvada madrastra en Blancanieves y los siete enanos.
Fue en 1937 cuando esta cinta animada de 83 minutos de duración llegó a las pantallas y aunque se tiene la idea de que tras esta princesa de negros cabellos y labios rojos las películas de Disney solo presentaban la aún persistente fiebre por las “princesas”, entre Blancanieves y Cenicienta, pasaron 13 años y 10 películas animadas completamente diferentes, tan solo en ese tiempo se estrenaron y triunfaron: Dumbo, Bambi, Pinocho y Fantasía, por mencionar algunas.
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En esa etapa temprana de los estudios Disney se concibieron las historias que hoy persisten en la cultura pop y que aún marcan a generaciones, es más, Bambienterneció a miles (si no es que a millones) al presentar la muerte de la mamá del pequeño ciervo a manos de un cazador, escena considerada cruel por muchos, sin embargo, Disney es ya especialista en disfrazar cuentos no infantiles, llenos de oscuros momentos, que involucranasesinatos e incluso violaciones para adaptarlos a filmes de clasificación A.
Si usted es fan de “la magia de Disney” sabrá que existe una colección de los clásicos animados de esta compañía, que es una suerte de santo grial para sus seguidores y contiene 50 títulos lanzados entre 1937 y 2013, abarcando desde Blancanieves y los siete enanos hasta Frozen: una aventura congelada.
En este set de películas son claros los momentos de gloria, y los otros no tan fabulosos, de Disney y es que entre el bombardeo y éxito de finales de los años 30 hasta finales de los 70, se crearon 23 películas que aún se pueden sintonizar cada semana en los canales de televisión que posee Disney o en alguna de las cadenas con derechos de reproducción.
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Después de Cenicienta (1950), llegó a la pantalla grande una de las mejores adaptaciones que ha realizado el imperio del “ratón Miguelito”, Alicia en el país de las maravillasque cautivó a todos los seguidores de las obras del escritor Lewis Carroll y también a quienes jamás habían oído hablar de él; de manera consecutiva, Disney le apostó a otra historia que explora de manera profunda aunque no evidente, la psicología del ser humano al dar vida (animada) a Peter Pan.
Después, con gran genialidad, las románticas cintas La dama y el vagabundo así como La bella durmiente, se sumaron a la lista de éxitos.
Curiosamente, a finales de los años 50, el empoderamiento femenino y el discurso de igualdad de género todavía estaban lejanos pero las protagonistas de Walt Disney eran mujeres, incluso en sus villanas, esta casa cinematográfica dejaba un sello imborrable.
La demanda de películas “para ellos”, llevó a que los estudios se concentraran en epopeyas sin vestidos de por medio, y ahí – entre finales de los 60 y mediados de los 70 – llegaron pisándose los talones La espada en la piedra, La noche de las narices frías (conocida también como 101 Dálmatas), El libro de la selva, Robin Hood y Las aventuras de WinnieThePooh, quien desde su aparición logró igualarse en popularidad y comercialización al icónico Mickey Mouse.
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Entre finales de los 70 y hasta finales de los 80, la producción de Disney cayó y solo se realizaron cinco largometrajes animados, aunque en 1989 una nueva era comenzó para este estudio con el nacimiento de La Sirenita.Y es quelas aventuras de esta princesa marítima que renuncia a todo para estar con un príncipe terrestre, marcaron el inicio de los clásicos animados y altamente musicales que tuvieron precedentes importantes como la legendaria Mary Poppins.
Con el público infantil y familiar conquistado por más de medio siglo, los noventa significaron un reconocimiento gigante a la calidad del sello Disney, ya que en 1991 La bella y la bestia se convirtió en el primer largometraje animado nominado por la Academia para contender por el Oscar a Mejor Película, compitiendo con El príncipe de las mareas, JFK,Bugsy y El silencio de los inocentes, siendo ésta última la ganadora.
Tras el éxito arrasador de Bella y sus compinches del castillo encantado llegaron grandes joyas como Aladdin, El rey león, Pocahontas, El jorobado de Notre Dame, Hércules, MulanyTarzan, pero desde 1995 Disney dividió su amor y duplicó sus ganancias al invertir y creer en la animación computarizada que eclipsó y sustituyó a la animación tradicional con la llegada de los juguetes favoritos de todosen ToyStory– que prepara su cuarta entrega para junio del 2019 – y todas las historias que Pixar ha presentado tras este arrasador triunfo, aunque ese es cuento para otra ocasión.