Entre octubre de 2021 y mayo de 2022 se han detenido a 520 mil 955 mexicanos en los 9 pasos fronterizos hacia Estados Unidos, ubicados en California, Arizona, Nuevo México y Texas, según la Oficina Norteamericana de Aduanas y Protección Fronteriza, citada por el diario Reforma el 8 Julio de 2022.
De acuerdo con la misma fuente, la cifra total de detenciones asciende a un millón 440 mil 414 personas, de las cuales 351 mil 892 provienen de El Salvador, Guatemala y Honduras, y 567 mil 567 de otros orígenes incluidos El Caribe, África y Asia. Destaca la presencia de 311 mil 856 familias y 98 mil 654 menores no acompañados.
Otras fuentes señalan que tan solo en los primeros cinco meses de 2022, la detención de mexicanos en la frontera hacia la Unión Americana ha sido de 380 mil personas, que no incluye a los que han logrado cruzar e internarse en territorio estadounidense, con una proyección de 800 mil mexicanos hacia finales del año.
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En el último mes las remesas enviadas a México por nuestros paisanos radicados en Estados Unidos, superaron los 5 mil millones de dólares y están ya por encima de los ingresos petroleros del país.
Los ingresos anuales por remesas están por arriba de 53 mil millones de dólares anualmente, son un soporte invaluable para la economía nacional y son, al mismo tiempo, una prueba reprobada en materia de políticas públicas migratorias.
Entre las causas de la migración mundial, es cierto que hay una tendencia natural del ser humano a buscar donde desarrollarse mejor y, en consecuencia, migrar es una aspiración inherente a cada persona.
Pero en los últimos años este fenómeno migratorio se ha incrementado debido a causas como la carestía de los alimentos e inflación general de precios cercana al 8 por ciento, el cambio climático, la sequía que ha afectado a muchas regiones de México y del mundo, la falta de apoyo a la educación, la pobreza y desigualdad, la ausencia de políticas para promover el fomento económico y el desarrollo regional, la falta de apoyos al campo, a la industria, a los servicios y al turismo.
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Más grave aún es que la migración mexicana esté ocurriendo ahora por razones de inseguridad en muchas regiones del país en donde se percibe notoriamente la ausencia de la autoridad o al menos la falta de coordinación entre los distintos órdenes de gobierno, de acuerdo con el número de delitos.
La falta de agua que conduce a la ausencia de actividades productivas en las comunidades, las frecuentes y recurrentes sequías de los últimos 10 años son una gran razón para la migración. Y, pese a ello, la inversión en el sector hídrico ha sido severamente disminuida sin que a ninguna autoridad, poder o partido le interese.
Hace más de 10 años que la Encuesta Nacional Agropecuaria señaló que, en el 70 por ciento de los 31 mil 500 ejidos y comunidades agrarias de México, los jóvenes ya no se estaban integrando al campo para no reproducir la situación de pobreza en que han vivido sus padres.
Hace mucho que se conoce la grave deserción escolar y el abandono de la escuela por parte de nuestros jóvenes, más ahora por el Covid, que ante la falta de opciones solo tienen como destino el subempleo, la migración o la incorporación a actividades delictivas.
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El recorte presupuestal a programas que venían atendiendo necesidades específicas agravó el deterioro del tejido social, de igual forma que la eliminación de presupuesto para el campo en servicios técnicos, fomento productivo, sanidad e inocuidad; o quitar el apoyo a las escuelas de tiempo completo y a las estancias infantiles para apoyar a las madres trabajadoras, a las estancias para mujeres violentadas, los fondos municipales a seguridad, los gastos de operación de las oficinas públicas para la atención ciudadana, el empleo temporal en época de sequía, las brigadas de combate a incendios forestales, así como la inspección y vigilancia de recursos naturales, bosques, mares, ríos, acuíferos y cuencas, entre otros.
En cada proceso electoral, no hay campaña política que no incluya las necesidades nacionales ni candidato alguno que no conozca los problemas de su municipio, estado o país. No hay propuesta política que no resalte la atención de las causas de los problemas nacionales y se comprometa a resolverlos.
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Lamentablemente, algo raro pasa en los líderes electos entre las campañas, el festejo del triunfo y el ejercicio de su mandato, en donde el poder ayudar y atender las causas anunciadas deja de ser prioridad para el gobernante que se convierte en un ser divino, sabio e inmerecido para el pueblo.
Atender la migración, la pobreza, la educación, el desarrollo, la seguridad, la salud y tantos problemas más, es tarea y obligación de los siguientes gobernantes.
Por Alberto Jiménez Merino/ @jimenezmerinomx
