Tal y como pasó con la residencia oficial de Los Pinos, en Puebla repetimos la lamentable historia y parece ser que alguien se pasó de vivo al llevarse unas cuantas cositas de la residencia oficial… de los poblanos.
Hace algunos días el gobernador Barbosa dijo que Casa Puebla había sido materialmente desmantelada, la residencia que fuera ocupada por varios gobernadores reporta algunas pérdidas, no sabemos bien de qué se trate pero Barbosa apunta de forma muy vaga al último gobernador que vivió ahí y ese es Tony Gali, ya que Pacheco Pulido declinó ocupar la residencia mientras durara su gobierno interino.
En conferencia de prensa desde Casa Aguayo, Barbosa dijo que habrá demandas penales por el desmantelamiento y que será juzgado por la condición humana.
Una semana después del mensaje de Barbosa, nosotros no tenemos idea de qué es exactamente lo que falta en Casa Puebla ¿serán las vajillas? ¿los cuadros de algún pintor famoso? O ¿será quizás alguna silla de la oficina del gobernador?
Seamos honestos, esos bienes materiales que se pudieron haber llevado los pasados inquilinos de lo que ahora sería el recinto que albergue el Instituto Estatal del Deporte, los organismos de atención a indígenas y discapacitados pasa a segundo término cuando la inseguridad es tal que en dos municipios 3 personas salieron linchadas sin tener nada que ver.
En los municipios de Tepexco y Cohuecan siete personas fueron linchadas, entre los ahora muertos, había inocentes que fueron señalados por la multitud como secuestradores.
¿Se pueden imaginar que por falta de investigación mueran personas linchadas a manos de otros?
Pues eso si es preocupante, exhibe que la sociedad está furiosa y que no le importa absolutamente nada con tal de hacer justicia por mano propia, y claro aunque el hecho fue condenado por el gobernador, a nosotros nos toca exigir que en vez de estar denunciando los robos de bienes en Casa Puebla, nos preocupemos por que las instituciones y los policías sean tan efectivos que puedan ganarse la confianza de la ciudadanía.
Esta confianza, que parece imposible de alcanzar, debe de existir para evitar que los ciudadanos se dejen llevar por un rumor y terminen asesinando a personas inocentes que simplemente estuvieron en un mal momento y en un mal lugar.