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12 PUEBLOS MÁGICOS (SEMANA SANTA)

Hay que estar ciegos para no ver que los panistas que trajeron al VOX tienen un serio conflicto para aceptar que nos independizamos y que ya no somos una colonia. Pero, sobre todo, para no ver que tienen una clara tendencia a subordinarse y a no aceptarse tal cual son.

El Partido Acción Nacional logró algo que parecía casi imposible: fracturarse aún más y, contrario a lo que hemos analizado en el “santo tribunal twittero”, su fractura se debe más a que no aceptan que existan panistas que piensen de forma radical y no tanto a que trajeran al VOX. De aceptarlo, se quedarían sin el discurso que han empuñado desde 2006 contra la izquierda que tanto odian.

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A nadie debería extrañar que cierta corriente de panistas considere que se necesita un discurso más extremo para combatir a la –temible– izquierda, que llaman comunista.

Ahí tenemos al yunque o a los legionarios de cristo que, con la crisis de la iglesia católica, se han ido deteriorando y con ella perdiendo adeptos, por lo que prácticamente, sin rumbo ni camino, han optado por treparse en causas ajenas, pero muy mediaticas, como las feministas, migrantes o incluyentes.

Lo que motiva estas decisiones está muy lejos de ser una convicción política, y se acerca más al miedo de perder votos. Este miedo obligó a los firmantes de la Carta de Madrid a recular en un posicionamiento que generalizaron desde la bancada de senadores del PAN y que terminaron asumiendo como postura personal, salvo si eres Lilly Téllez, ya que ahí niegas todo, pides perdón y escondes la cabeza en la tierra por la vergüenza.

Habría que conocer a fondo la historia del PAN, e investigarla como el periodista Álvaro Delgado, para entender que hubo momentos en el pasado del PAN cuando se asumió la existencia de una diversidad de corrientes ideológicas y se les abrieron las puertas a todos ellos para ganar votos; claro, sin dejar de lado su indignación hipócrita.  El ejemplo de esto es el propio Calderón, que en 2006 abrazó a todas las corrientes conservadoras y hoy, curiosamente, se indigna con la alianza entre algunos panistas y el VOX.

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Reconocer el error interno en la comunicación social, al generalizar la postura de los senadores y en el control de daños posterior, no exime que el error más grande que está cometiendo el partido es traicionar su naturaleza, ir sin rumbo, sin ideología y sin causa propia. Un ejemplo es Christian Camacho, quien era el community manager de los senadores del PAN y terminó pagando los platos rotos por una decisión que tomaron diputados y senadores sin que se les obligara.

El partido les está dando la espalda en público, porque saben que en un país que eligió democráticamente a su actual Presidente, al que llaman populista, con más de 30 millones de votos, significa un suicidio electoral. Pero, en privado, están reprimiendo el único discurso propio que les queda: la inclusión de las derechas que llenan sus bolsillos de marmaja.

Siglos han pasado, y el complejo de la intolerancia no se les ha quitado. Al leer la respuesta de Santiago Abascal, líder nacional del VOX, al Presidente López Obrador, escribiendo ¡Viva Méjico!, con J, en vez de México con X –que aunque para la RAE sigue siendo válido escribirlo con J, esa X nos costó una independencia y muchos sacrificios obtener– cayó la realidad del PAN, como un balde de agua fría: le tienen tanto miedo al Pueblo que aceptar la existencia de una corriente radical al interior de su partido, en estos tiempos, resulta un suicidio electoral.

Por Meme Yamel  / @MemeYamelCA

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