Que el presidente municipal de Coronango, Gerardo Sánchez, no se siente seguro en el lugar que gobierna, pues en los últimos días comenzó a utilizar chaleco antibalas.
Algunos pobladores aseguran que el edil trata sin éxito de disimular la prenda que lleva hasta las fiestas de la localidad, en las que se la pasa bebiendo en exceso.
Aunque no es para menos, pues el municipio que gobierna enfrentó el período más violento e inseguro con el aumento del 150 por ciento en los homicidios dolosos, 13.2 por ciento en los robos y el 62.5 por ciento de la desaparición de personas en el segundo año de su administración.
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Que las cifras de la Fiscalía General del Estado de Puebla no mienten, pues ponen en evidencia el aumento de la incidencia delictiva del 4.6 por ciento en el 2023 en comparación con el 2022.
El edil debería preocuparse más por poner un freno a sus familiares, pues un par de regidores preparan denuncias por usurpación de funciones de su hermano, a quien acusan de extorsionar a las empresas.
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Que sin ser funcionarios, David y Víctor Sánchez llegan con amenazas a los establecimientos y piden dinero para no clausurarles, argumentando que son la autoridad en Coronango.
A algunos les ha pedido desde 35 mil hasta 700 mil pesos, para dejarlos que operen, incluso sin contar con todos los documentos en regla.
Que mientras el presidente anda de fiesta, David es quien controla el Ayuntamiento, autoriza compras, da órdenes y usurpa funciones de personal de Normatividad, Protección Civil y del propio presidente municipal.