Justo hace ocho días 15 de febrero el Secretario de Salud del estado, José Antonio Martínez García, informaba que estarían arribando a Puebla 42 mil 500 dosis de la vacuna de AstraZeneca contra la Covid-19 para inmunizar a adultos mayores y ¡vaya que es buena noticia! Algo es algo, es una noticia recargada de fe y alentadora en que sea el principio del fin de la pandemia que nos aqueja a todas y todos. Congratulamos que ya se esté aplicando al sector médico, y ahora a personas adultas mayores que por padecimientos propios de la edad y otras enfermedades son uno de los grupos más vulnerables de la sociedad.
Disculpe en que sea tan insistente con el tema de la discapacidad, pero se debe de visibilizar y considerar en todos los espacios y de todas las formas posibles, por ello es que hoy quiero refrescar la memoria o darle a conocer el porqué de la preocupación de que se incluyan a personas con discapacidad en los esquemas de vacunación nacional urgente. Esta inquietud y necesidad surge por parte de quienes cuidan, de familiares, de las propias personas con discapacidad y de cientos de personas comprometidas y sensibilizadas con la causa.
Les platicaré solo un poco: el 15 de abril de 2020 a escasos 45 días de la pandemia y con tan solo 5,847 casos positivos de Covid-19 y 449 decesos a nivel nacional según la Secretaría de Salud Federal, en esa fecha se reportó la primera muerte de una menor de edad por el virus del SARS-CoV2, una niña de Huimanguillo Tabasco que tenía síndrome de Down y además, padecía una cardiopatía congénita, que la hizo “más propensa a complicarse”.
Esta noticia la confirmó el mismísimo subsecretario de prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, (quien hoy está enfrentando la batalla frente al virus al haber dado positivo), y explicaba que las personas con síndrome de Down son “más susceptibles a infecciones, es un padecimiento de alteración cromosómica que se presenta con cierta frecuencia en el país y que causa algunos trastornos, incluida la inmunosupresión, es decir se disminuye la eficiencia del sistema inmune”.
Entonces, ya con un año de pandemia y un sinfín de estudios internacionales ¿por qué en México no tenemos cifras de cuántas personas con discapacidad han sido casos positivos de coronavirus y tampoco cuántos decesos van por la misma causa? Estos datos serían de gran utilidad para cuando se hable o proponga un sistema integral de atención analizando prioridades, desventajas, costos y situaciones varias en este transcurso de la vacunación.
En ese sentido de búsqueda de respuestas a tantas preguntas y en especial para solicitar intervención del gobierno en la aplicación de vacunas; encontramos una encuesta reciente de la sociedad internacional Trisomy 21 Research Society la cual informó que las personas con síndrome de Down mayores de 40 años tienen un aumento sustancial del riesgo de mortalidad. Otro estudio publicado por la revista científica “Annals of Internal Medicine” indicó que las personas con Síndrome de Down afectadas por Covid-19 en Reino Unido tienen cinco veces más probabilidades de ser hospitalizadas y diez veces más probabilidades de morir, pero ya vemos que la edad no es garantía de vida ante este virus.
¿Preocupante no? Más si consideramos que México es de los países con altísimos números en enfermedades crónicas degenerativas como diabetes y obesidad, y si en su momento el subsecretario dijo el gran riesgo de mortalidad que tiene este sector de personas ¿ahora por qué no hace algo por incluirlas?
Fue días después de la lamentable muerte de esta niña de 12 años cuando por fin, y ya en fase tres de la pandemia, cuando salen los primeros spots con recomendaciones especiales para el cuidado y prevención de las personas con discapacidad, así como después de mes y medio se subtitulan los anuncios en Lengua de Señas Mexicana LSM, porque debemos aplicar el mal refrán de “ahogado el niño tapan el pozo”.
Estamos a tiempo de que al menos en el estado se haga o integre un mecanismo por parte de las autoridades para las personas que presentan padecimientos congénitos o discapacidades múltiples sean consideradas en la vacunación y prevengamos la muerte. Si bien no es el remedio total, será un buen paliativo en la mejora de la salud física y mental de la población en general.
Por Dulce Belem Zavala/ @dbperzaval
Foto: archivo, ilustrativa