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¿Y ahora qué sigue? ¿Cómo quedan las agendas, en materia de inclusión, de los ya electos?

Bien dice el dicho que “no hay fecha que no llegue ni plazo que no se cumpla”, en ese tenor, ya pasamos la fiesta democrática nacional intermedia muy esperada, con muchos retos por enfrentar, pero también con calidad de organización suprema, donde nuevamente el Instituto Nacional Electoral INE da una catedra a otros órganos e instancias electorales de como se hace una elección en medio de una pandemia mundial que no da tregua.

Se hizo en tiempos ajustados, con un recorte presupuestal de los más agresivos en la historia de este órgano electoral, además de las amenazas constantes de una posible extinción de no lograrse los resultados esperados. También, como en cada proceso electoral, hubo una ola de violencia donde llegaron los nombres de 100 candidatos y candidatas a las boletas, pero en persona a sus casas no, porque el Estado no fue capaz de garantizar la seguridad de las y los contendientes de todos los partidos y en todos los municipios.

Pero también es tiempo de hablar de lo bueno, de lo que esperamos, y lo que necesitamos, en este ejercicio democrático la ciudadanía nos ganamos un enorme aplauso por la alta y entusiasta participación: 52 por ciento de la lista nominal salimos a votar, cifra récord en elecciones intermediadas y que nadie esperábamos, esta cantidad de votos movieron los escenarios y nos hace replantear la forma de hacer política, comprobamos que “voto informado es voto útil”, del mismo modo nos llenó de orgullo ver a personas de grupos minoritarios haciendo campaña, proponiendo, incidiendo, debatiendo, defendiendo las cuotas que el INE impuso para este proceso electoral y por supuesto sus votos.

¿Ahora qué nos toca hacer, después de haber votado? Como ciudadanía nos corresponde observar con lupa que todas las propuestas sean llevadas a cabo como lo plantearon y prometieron en campaña, más aun quienes resultaron triunfantes para las alcaldías, vigilar que las y los diputados electos una vez entrados en función en verdad realicen lo que les corresponda, y si vemos que seguimos acéfalos de buenas propuestas y prácticas es tiempo de levantar la mano, de pasar de ser observadores a ser actores de acciones que promuevan los buenos hábitos sociales, educativos, económicos, etc. Debemos sumarnos a las actividades gubernamentales como voluntarios y voluntarias, y también para llevar a cabo propuestas a beneficio de todas y todos, cuestionar qué está pasando con las promesas, los recursos, las decisiones y de este modo no dejar que quienes nos representan sean o no de nuestro agrado no hagan su chamba.

Ya que todas y todos los candidatos pusieron en sus propuestas atender a mujeres, niñas, niños, jóvenes, personas con discapacidad, adultos mayores, mejorar la economía, robustecer la seguridad, ser gobiernos y legisladores cercanos a la gente, mejoras en los servicios de salud; en fin, una larga lista de cosas que pareciera que no se dieron cuenta del contexto en el que la mayoría de personas vivimos, dejando claro que no tienen un plan real para todo esto, no dijeron cómo van a llevar a cabo estas agendas de atención a grupos vulnerados; pocos candidatos llevaron en las planillas o equipos a personas con estas peculiaridades.

Saben, hay un dato que me hace ruido y es que, dentro de las acciones afirmativas implementadas tipo cuotas, el INE instruía a los partidos políticos impulsaran candidaturas de personas con discapacidad, LGBT, afromexicanas e indígenas, y pocos de ellos atendieron al llamado, y si lo hicieron fue solo para poder cumplir con este requisito, ya que si bien dieron de alta a sus candidatos o candidatas de estos grupos fueron en las famosas “pluris”, pero no con las posiciones estratégicas para ocupar los curules, porque aunque hubo registros, era muy difícil que estas personas llegaran.

Y no lo digo solo porque sí, sino que lo digo con conocimiento de causa: datos del Instituto Nacional Electoral nos dicen que se registraron 72 personas con discapacidad para contener por las diputaciones federales de Mayoría Relativa, y que de esas 72 candidaturas solo resultaron ganadoras 4 personas, 3 hombres y una mujer, 2 por Morena y 2 más por la Coalición de Juntos Hacemos Historia. Estos 4 ya futuros diputados y diputada son oriundos de los estados de Veracruz, Guanajuato, Nuevo León y Guerrero, ellos y ella tan solo representan el 0.3 por ciento de los curules de la cámara baja, yo les pregunto, ¿no consideran que es muy bajo el porcentaje para los 16 millones de habitantes con discapacidad en México? (de acuerdo con un estudio del Inegi de 2020), a mí parecer es casi nada, y peor aún para las y los poblanos que ni siquiera figuramos en la lista, es decir que en Puebla no contamos con diputado o diputada federal con discapacidad que nos represente, esperemos la repartición de las “pluris” igual y con suerte aumenta el número.

Por Dulce Belem Zavala/ @dbperzaval

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